(Aquino Lamas)
En un futuro
todo habrá sido negociado:
No habrá nada que negociar,
ni disputar, salvo la palabra.
Pero no tendrán mucho valor
las palabras, ni serán muchas;
sólo las necesarias.
¿Cuántas palabras necesita un hombre?
¿Cuántas, una familia tipo, un buen
vecino, un asesor letrado?
Tal vez, no muchas más que las de un
poema, un buen poema genérico…
No contamos con una respuesta uniforme
y taxativa. Mejor llamarse a silencio
y escuchar a los que saben.
¿Quién sabe?
¿Habrá que recurrir a la palabra autorizada
de la neurociencia cognitiva?
¿Habrá que consultar a un consultor?
¿A un experto en experticia, a un neólogo
matriculado?
¿Tenemos las respuestas que necesitamos?
-esta te la debo-
¿No hay más preguntas?
-Puede haber, pero acaso no sea oportuno
en este tracto del poema: ya hay bastantes.
¿Las palabras, entonces, no sirven?
-No, sí, sirven para hacer preguntas,
aforismos, juegos de palabras y poemas.
En un futuro, cuando todo
haya sido negociado, las palabras seguirán
siendo las mismas, pero serán menos
y con otros valores.
Algunas caerán en desuso,
después en el olvido,
como tantas lenguas muertas que duermen
el sueño de los justos y aún esperan,
acaso, otra oportunidad.
Cuando todo haya sido negociado,
la palabra oportunidad, por ejemplo, es
posible que no disponga de oportunidades.
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