jueves, 28 de octubre de 2021

La evolución de la manipulación

 

(Horacio Ruminal)

 

Venimos a maniobrar,
entre manipulación activa y pasiva,
en un mundo complejo y acotado
por la manipulación histórica de los
recursos naturales, del conocimiento
y hasta de la propia Historia.

La manipulación evoluciona:  Desde
los primeros objetos, instrumentos,
herramientas:  armas.

El hombre comprendió que el poder
estaba en sus manos.  La manipulación
es un arma.

La manufactura artesanal dio paso al
manejo de máquinas, la división del trabajo
y a formas más sofisticadas de desarrollo
de la manipulación.

Traiganmé todas las manos… Cantaba un
emprendedor emperdernido amurallado.


II
Sin manipulación no hay evolución:
Todo lo que somos, lo debemos al pulgar
oponible.  Oponerse a la manipulación
no parece algo sensato.

Luego, la evolución debe ser monitoreada
y manipulada en un sentido útil,
y el único útil es el sentido productivo
(que conocemos gracias a la producción
de conocimiento)

Era ésto o el mono, la manada, la horda.

Elegimos este orden de causas y efectos
con sus costos y beneficios.

El costo social de la producción de sujetos
y/o contribuyentes, debe ser amortizado
por lo que producen.

Nada es gratis, coinciden formadores de
precios y formadores de opinión.  Todos
podemos emitir y opinar en libertad, a
sabiendas que hay discursos opinables
o punibles:  Hay que saber moverse y
maniobrar en el mundo discursivo.

Aceptamos de buen grado que todo tiene
un costo, en el orden de lo manipulable.
Sólo las causas justas requieren aportes
solidarios.


III
Todo sujeto es un miembro. Como tal,
es objeto de múltiples manipulaciones.

La manipulación bien entendida
y ejercida, no tiene por qué ser percibida
como algo negativo.  Es más: no tiene
por qué ser percibida.

Todos podemos manipular y ser manipulados.
Cualquier miembro que se precie, acepta
y comparte este enunciado.

Un miembro sano y competente, es libre
de depender de quien quiera y acepta
como algo natural la manipulación sana.

Un miembro sano
se muestra siempre dispuesto
a ser manipulado por una mano
experta y competente, o más.

Traiganmé todas las manos!


sábado, 23 de octubre de 2021

Almas puras e impares

 

(Aquino Lamas)

 

Es como…

El sentido analógico suele resultar
útil, aún para resaltar la inutilidad:
comparar, equiparar algo a un
absurdo, o imposible, realza
la vanidad del primer término.


Es como pedirle pares al alma,
escribía un falsificador autorizado.

(La comparación se multiplica, en
relación a la frase conocida y connotada,
y la aparición del alma: ¿fruto o árbol?)

Pero uno espera,
pensé mientras citaba
la paráfrasis:  La paridad
es una buena aspiración, dentro
de todo lo aspirable, y suele
resistir el paso del tiempo,
como los árboles.

¿Tienen alma los árboles?

Creo que sí  ¿por qué no?
Es de esperar que sí, toda alma
es libre de creer y esperarlo todo.

Si hay un alma sincera, o la hubo
nunca se sabrá, como nadie sabe
lo que le espera.

La aventura de esperar
no requiere autorización,
cada alma es soberana
a la hora de esperar:

Algunas esperan alguna autorización,
otras ni eso, pero lo último que se
pierde es la esperanza, dicen…

Hay una cantidad de almas en espera,
sin darse por perdidas.

No sabemos si hay almas pares
o son todas impares.  Sabemos
que no se reproducen, por tanto
no necesitan aparearse ni dividirse.

Hay opiniones divididas
sobre la utilidad de la espera:
Con esperar no se pierde nada.
La espera es tiempo perdido.

Por el contrario, no hay opiniones
divididas sobre la utilidad.

Perder y ganar, son verbos populares
vinculados a la utilidad: se gana y se
pierde.., pero a veces se empata
y aparece la paridad, que puede resultar
un buen negocio, pero no goza
de valoración entre las almas nobles
que aspiran a la gloria del triunfo.

Las almas pueden esperar, no tienen
una vida útil que las limite.

No conocemos los límites del alma,
y hasta es posible creer en falsificadores
de almas, e incluso aspirar a encontrar
a quien falsifique lo mismo que nosotros.

¿Existe el alma gemela?

Sí, hay unas cuantas,
sólo que están en otra parte.

(Tal vez esperando autorización de embarque)

 

viernes, 22 de octubre de 2021

La cita apócrifa

 

 

(Epifanio Weber)

 

No solía citarme sin necesidad.
Pero la necesidad tiene cara de
hereje, y los herejes hijos
que olvidan los mandatos.

Ahora escribo de memoria,
ella sabe administrar los recursos y
vicios propios de cualquier iniciado
que se precie.

Recuerdo, uno de los mejores
poemas apócrifos de Borges
que leí:   “Usted preguntará por
qué citamos”,  ensayaba una cerrada
defensa de la cita, y de la cita
apócrifa en particular, que me
hizo reflexionar y revalorar a Borges.

El frecuentaba la cita, hay profusos
estudios al respecto y, al parecer, la
mayor parte de esas citas inverificables
no era apócrifa.

No sé si eso le agrega valor
o se lo resta, aunque me inclinaría
por lo último.

Citar es fácil, ni siquiera hace falta
haber leído mucho. Yo lo hago con
frecuencia, si haber leído casi nada,
y suelo repetir algunas sin ninguna
culpa  (En algún caso, puedo no
conocer del autor más que esa cita.
¿No es suficiente?)

Pero hay quienes cuestionan, o rechazan
este recurso, y lo perciben, en Borges,
como una ostentación de erudición, un
exceso: Está bien saber, pero no así hacer
ostentación de lo que se sabe;  quien sabe
demasiado, debiera procurar ocultarlo.

Yo no creo tal cosa, por el contrario, es
destacable que cuando Borges habla o
expone lo hace siempre en un tono
sospechosamente humilde.

Más allá de esa humildad, auténtica o
no, él sabía que no escribía para todos,
algo tan improbable como impracticable,
ni para el gran público, ni para un lugar
o una época acotados.

El escribía para la posteridad, y hay que
ser muy humilde para eso.

Usted preguntará por que citar…

La profusión de citas diversas, no sólo
refleja la posesión de una cultura universal,
sino que permiten al autor entablar un
diálogo con otros tiempos, épocas y lugares
remotos de la cultura; de modo que esos sujetos
tan lejanos, misteriosos, que casi nadie conoce,
al ser citados elevan al citante a una categoría
distinta entre los sujetos: uno que nos excede
a todos, un sujeto inasible y superior, que
contiene a todos los sujetos que tejieron la
cultura, pensaron todo lo pensable, emitieron
juicios, poemas, tratados filosóficos, volúmenes
que dieron forma y volumen a la Historia de la
civilización.

Sí, citar puede ser excitante, hay material
suficiente como para crear otros mundos,
tan reales o ilusorios como éste.

Pero no es tarea fácil, hay que tener recursos
y saber usarlos.  Dime a quienes citas y te
diré…

Hay que saber calibrar, para que el peso de la
cita no opaque el texto propio.
Una cita, debe ser competente, saber confrontar
con otras en un mismo tejido:  Las buenas, se
imponen y hegemonizan  (es preferible, muchas
veces, una cita dudosa)

Hay que saber, también, que la cita es una forma
de reconocimiento: Citar es confesar “Este señor
pensó algo que yo pienso, pero lo expresó mejor
de lo que yo podría hacerlo”

Al cabo, todos escribimos para ser citados, dijo
alguno de los tantos que se ocuparon del tema
y ahora no me es dado recordar, aunque sí citar.

Pero pocos lo consiguen, en fin. Es más común
citar que ser citado.

Citarse a sí mismo resolvería la cuestión:
Nadie me cita, y bueno.., puedo hacerlo
yo.  Pero no es una opción que goce de
valoración en el mundo literario.

Pero hay un atajo:  desandando todo lo
enunciado volvemos al punto de partida,
¿el grado cero de la cita?

Sí, la cita apócrifa es la opción superadora
que lo resuelve todo. No sólo es un recurso
poético, sino tal vez el más interesante como
acto creativo:

El ejercicio de desplazarse en el tiempo y el
espacio, elegir la procedencia y dar vida a
ese autor imaginario, que sólo el creador
sabrá que lo es.

¿Quién más podría detectarlo?
¿Cuántos personajes que nadie conoce y
pudieran haber emitido algo interesante,
o, al menos, citable?
¿Quién conoce todo lo que existe?
¿Qué es un engaño?
¿Qué es el arte?

No nos engañemos, muchas de las citas
que circulan y frecuentamos, son atribuídas
a autores reconocidos, que posiblemente las
tomaron de otros menos conocidos.

Por el contrario, las apócrifas son creaciones
auténticas, genuinas y honestas. No le deben
nada a nadie, o en todo caso su deuda es con
un autor apócrifo, o sea: una falsa deuda.

Por último, el que inventa su propia cita
no parasita.

Creo en la creación apócrifa
como el punto más alto
de la creación humana,
y también el más democrático:  

Ya lo dijo Demócrito, citando
a Hermes Trismegisto:

“Todos podemos citar y ser citados,
  frecuentar toda cita y cultivar
  la cita apócrifa, aunque no todos
  somos capaces” 

 

 

 

lunes, 18 de octubre de 2021

Esto no es un poema

 

(Aquino Lamas)

 

¿Cómo sé que soy un poema?
Preguntaba el poema vacilante -y por
tanto sospechoso-  al arribar a un mundo
poblado de sospechas y poemas.

¿Y tú me lo preguntas?
Repregunté, para citando, ganar tiempo
y elaborar una respuesta no tan
improvisada  -es algo natural improvisar:
casi todas las respuestas que emitimos
son improvisaciones-

Mi respuesta no pareció satisfacerlo,
sospeché que le resultó sospechosa
-como suele ocurrir con las respuestas
que preguntan-

Mientras el poema vacilaba, pensé
otras respuestas disponibles:

-Nunca lo sabrás.
-Hay preguntas que no tienen respuesta.
-Para qué quieres saberlo, mi linda
 flor de ceibo.
-Menos averigua Dios y perdona.

Y otras tantas, que descarté por ésta:

No hace falta ser poema para ser,
ni siquiera tener título habilitante
ni categorización alguna.
No hace falta tener nada para ser
alguien o algo:
el alga no sabe que es un alga,
pero es;  no tiene que aspirar
a nada para nadar y ser algo que nada.

Un poema es muchas cosas
y otras tantas que no es.

Para verificar si cumple
toda condición poética, habría
que recurrir a la autoridad de
aplicación.

Pero los poemas genuinos, verdaderos,
no preguntan qué son ni cuántos son
(aunque pueden preguntar cuánto es
y formular otras preguntas)

Saben, que un poema que pregunta
demasiado, es siempre sospechoso.



sábado, 16 de octubre de 2021

A un santiamén

 

(Tomás Lovano)

 

Otro santiamén dilapidado
en vano, entre los verbos
de la casa.

¿vano?  ¿invano?  ¿ávano?

Fumo en la parte de afuera
de la casa, el humo no responde
pero la casa está en orden.

Adicción, vicio, humo, son palabras.
Tal vez el humo exprese lo que no
pueden las palabras.

El humo que se esfuma,
o la duración de la pasión insumida
al aspirar:    un santiamén.

¿Qué es un santiamén?

Un instante, una fracción de tiempo
tan breve e inasible, que no puede
medirse:  como la fe.

Un santiamén, reboza fe
por los cuatro costados;  
el prefijo santifica al amén:

Pura sacralidad semántica
servida al instante,
tanto para el creyente, como
para el que duda entre abrazar
la fe o abrazar la duda
directamente.

Pasa un santiamén:
(Nos ponemos de pie)

¿Qué se puede hacer en un
santiamén?

Ante todo, santiguarse,
elevar una oración propiciatoria
o una cadena de oraciones para
que no se interrumpa la cadena
de santiamenes que mantienen viva
la llama de la fe.

(la fe es un fluído renovable)

Oración:

No dilapides tu semen
por un santiamén de goce.

Abraza la causa de la fe, sólo
se cree en lo que no se conoce.

lunes, 11 de octubre de 2021

Decir enemigo

 

(Epifanio Weber)

 

"Quien no tiene enemigos, no merece
tener amigos"

¿Quién fue el amigo que lo dijo?
No sé. Guglealo, si te merece la pena:
Casi todo lo que no sabemos u olvidamos
está ahí  (hasta cuando uno está perdido
puede buscarse ahí y encontrarse:  puede
encontrarse perdido, buscado, y hasta
puede encontrar su vocación en el buscador)

Los amigos se merecen, después se hacen,
en ese orden  (De lo contrario, podés
granjearte amistades inmerecidas)

¿Sabemos lo que merecemos?
¿Hay un orden de mérito?

No sé si tengo lo que merezco,
ni si merezco lo que tengo.
Pero ya tendré mi merecido
por estar dudando.



II
¿Qué sabemos del enemigo?
Poco, por lo que sabemos
es algo necesario.

¿Nos necesita tanto como nosotros?
No sabemos:  Hay respuestas que sólo
tiene el enemigo.

Se aprende mucho de los enemigos.

La vida es movimiento, los enemigos
cambian, cambia el perfil, y hasta
pueden cambiar de signo.

La vida, es ese movimiento que transcurre
entre fuego amigo y enemigo.
Hay que foguearse, mientras hacemos
nuevas migas y buscamos otras.

Estamos signados a repetir errores
en el intercambio:  hay que aprender
del error, y de la repetición.

Lo primero, aprender a reconocer
e identificar al enemigo.
Puede tener un rostro visible
o muchas caras, puede estar en todas partes
y compartir nuestros hábitos más íntimos:


El enemigo interno tiene más máscaras que caras.

Luego, está el enemigo común; valioso
en tanto es lo único que nos une.



III
Hay que saber elegir al enemigo
y asumirlo:  no sólo es necesario
sino que es parte de la selección
natural;  sin conflicto no hay evolución.
La evolución, un camino sin retorno,
nos enseña:  si llegamos hasta aquí,
lo debemos en gran parte al enemigo.

Hoy, gracias a la evolución alcanzada,
el trabajo de identificar al enemigo se
ha reducido en forma significativa;  es
fácil detectarlo, sabemos que estamos
rodeados de enemigos.

Pero además, disponemos de los recursos
tecnológicos para hacer y cultivar nuevas
enemistades, sin tener que salir a buscar
y sin movernos de la pantalla.

***


(Nota: El amigo es Ambrose Bierce / Gracias Google)
 

viernes, 8 de octubre de 2021

El zorzal asesinado

 

 (Senecio Losermann)




Amo lo artificial,
dijo el zorzal

Amar es poco
y nunca es suficiente,
dijo su amo ocasional, -otro zorzal, en adelante
victimario oficial-

Lo artificial es un desvío :  proviene del exceso

¿Pero esto es parte del Orden Natural?

Lo ignoro, dijo su verdugo
zorzal, pero es preciso continuar
con la tarea -artera- concluyó
el oficial,   clavando su pico
en la cabeza destrozada
del zorzal que oficiaba de víctima

Por último, dijo el zorzal ultimado,
¿esto  es  arte?

No,   sòlo  cultura.

jueves, 7 de octubre de 2021

La semiduda dada

 

(Ricardo Mansoler)

 

El hombre, dador y receptor
¿sabía dudar antes de ser sujeto?

¿Tiene dudas, soldado?

Ante la duda dada
hay dos opciones, a saber:
saldar o despejar.

Despejada la duda, aparece
una certeza:  
Si hay duda, habrá un sentido
o más:  la producción de sentido
tiene un costado dudoso;  toda
producción tiene un costo.

La duda dada,
o la semiduda obtenida
por puro desarrollo, son instancias
superiores que trascienden la función
descartando sentidos funcionales,
para aspirar al sentido verdadero
-que no siempre es el verdadero sentido:
hay dudas-

II
Obtenido el sentido,
no hay nada que producir,
sólo agregar:
la producción de sentido
no puede detenerse.

¿Tiene dudas, soldado?

Hay artilugios, artificios, artefactos
y artimañas:  el arte produce anticuerpos
y el antígeno poético, tan dudoso como
el sujeto libre.

III
Los dadaístas no dudaban,
eran meticulosos en el ejercicio
de no medir sus emisiones, dados
a la emoción de producir una
espontaneidad deliberada, escapando
a la tiranía del sentido y la utilidad.

¿El Sentido en busca del Hombre?
¿El Sentido somete al individuo a
producir, convirtiéndolo en recurso
y en producto?

¿Cómo logramos que la palabra
libertad se vaciara de sentido?


IV
El dadaísmo no produjo nada interesante,
afirman algunos, una vanguardia sin
futuro: pura desmesura; en la edad de la
razón reivindican lo emotivo, la oscuridad
anterior a la conciencia. Usan el lenguaje
para burlarse de él, un juego de niños, una
insensatez, como si hubiera algo que rescatar
de la niñez…

El dadaísmo, afirman algunos, no produjo
nada interesante. Murió en su ley, dejó
algunos poemas y manifiestos absurdos,
nada memorable.  Y dio lugar al surrealismo,
un poco más elaborado, que dejó algunos
manifiestos y poemas no mucho menos
absurdos y no produjo nada interesante.

Hay que volver atrás, cuestionarlo todo
y rescatar lo memorable.

¿Hay arte sin memoria?

Hay artes y oficios, hay artilugios, artificios,
artefactos y artimañas.  
Hay un arte oficial y otro subterráneo, no
mucho menos dudoso. Hay bellas artes
y malas artes, pero no es el arte
un estandarte de libertad.

Valèry odiaba la palabra libertad  “Es una
de esas palabras que cantan en vez de hablar”

El cantar, sabido es, si algo no tiene
es sentido.

martes, 5 de octubre de 2021

Una luz colectora

 

(Tomás Lovano)

 

Ante la evanescencia de los mercados
y la resiliencia de los humillados
y excluídos,
no todo está perdido:

Gracias a los modelos inclusivos
hay una salida integradora.

Hay emprendedores y emprendidos,
hay oportunidades y desafíos:

El sistema binario es el más
inclusivo que conocemos,
me dijo un emprendedor empedernido.

Hay una salida, un orificio on line,
una opción superadora.

No nos une el amor, hay suficiente
prueba acumulada;  más nos une
el enemigo, el enemigo común
que reconocemos, pero no acabamos
de identificar  (puede que el enemigo
no se autoperciba como tal)

No nos une el amor:  lo amorfo,
la filiación de los humores vertidos
y pasiones tributarias.

Hay una luz colectora
que ilumina el tendido de la red
cloacal.

Soplan nuevos vientos,
huelen mal, es cierto,
pero en toda gesta
algo apesta. 



sábado, 2 de octubre de 2021

Las ciencias del futuro: Neurociencia cognitiva y Biología molecular de mercado

 

(Ester Miño)

 

El fracaso, como vocación:
hay sectores
desviacionistas que se desviven
por repetir experiencias del pasado,
reciclando discursos superados y
consignas obsoletas:  el bien común
es parte del pasado; fracasó como
aspiración, como promesa y como
consigna de campaña.

El público se renueva,
como las células, y nadie quiere
volver al pasado.  Las oportunidades
yacen en el futuro, y el futuro no es
para todos:  Hay que reconocer
y aceptar los nuevos desafíos, saber
capitalizar los errores del pasado,
dejar de repatriar las culpas erogadas
y consensuar sobre bases confiables
a la luz de la evidencia científica:

La cantidad de materia es estable,
pero el público se renueva, como las
células.

Hay células optimistas, egoístas,
células mutualistas, altruístas,
células madre y células terroristas.

Hay células que no saben estar solas,
como la célula rítmica;  aprovechan
cualquier ocasión para reproducirse
y armar familias.

(Las células oportunistas son legión,
ofrecen resistencia a la evolución
sin entender ni aceptar que la familia
fracasó, tanto como unidad productiva
como en la reproducción
de las condiciones de producción)

Se muestran incapaces  de adaptarse
a los nuevos escenarios e incorporar
conceptos amigables al sesgo evolutivo,
como cisheteronormatividad, resiliencia

o canibalismo empático.

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