martes, 15 de marzo de 2022

Victoria y las teorías de valor

 

(Esther Miño)

 

El hombre vale por lo que hace,
la mujer por lo que es:
Escribía Victoria Ocampo
desde su casa de campo.

Pero
¿Qué es lo que es?
¿un cuerpo, una forma?

(Podría incorporar alguna definición
filosófica, una especulación ontológica,
podría incorporar:
sólo los cuerpos incorporan,
pero sólo algunos cuerpos:  los vivos.

Ahora estamos en condiciones de
incorporar:  Incorporar es condición
para ser, además de un signo vital.

¿Somos lo que incorporamos?)

Ser mujer es una forma de ser,
como hombre, rata, bacilo
o demonio de Tasmania.

Pero el hombre no se conforma
con ser, necesita otro verbo:
hacer.

Ser mujer es una forma de ser.
Ser hombre es una forma de hacer.

Hacer, es cosa de hombres
(El Hacedor, si algo es, es masculino)

No, no alcanza ser hombre para hacer
como los hombres:  Primero hay que
hacerse hombre, algunos abandonan en
el intento.

II
El hombre vale por lo que hace:
necesita hacer para ser valorado
(Los que no hacen despiertan dudas,
algo que no goza de valoración social)

Hay hombres de acción
y hombres de palabra.

Pero la acción es el atributo viril
por antonomasia: Un hombre de acción
es siempre más viril que un hombre de
palabra. El tamaño no importa.

El hombre vale por lo que hace,
el resto es sólo valor agregado…

Pero ser no es hacer, Victoria supo
reconocer la diferencia, hay que
saber reconocer:

La victoria del hombre, es obtener
reconocimiento por lo que hace.

Pero el verdadero desafío, está en
las antípodas de la acción:
Ser reconocido por lo que no hace.

 

lunes, 14 de marzo de 2022

A nuestros hermanos necios

 

(Senecio Loserman)

 

Hay que mentirse más:
Todos los días podemos sembrar
algo nuevo y cosechar innovación
en empatía y solidaridad
con otras mentiras que conniven
en la biodiversidad del campo
discursivo.

No hace falta ir al campo
para sembrar, y mucho menos
para cosechar.

Mintámonos como mitómanos
anónimos, metódicos, apócrifos.

Mintámonos con fe, con entusiasmo
sincero y denodado. La mentira es
un recurso renovable, una aventura
que todo el mundo puede disfrutar
y además, nos integra al colectivo
inorgánico de la gran mayoría de
los mortales parlantes.

Según fuentes oficiosas, la mitad
mayor de toda la información que
circula es falsa  (la otra, no pudo
ser verificada)

Gozamos del beneficio de la duda,
pero la mentira genera más
oportunidades y es más confiable
y redituable como recurso para el
desarrollo sustentable.

El valor de la mentira no decrece,
por el contrario, explica la mayor
parte del crecimiento de la economía.

El crecimiento mentiroso, se mantiene
a valores históricos y sostiene  todos
los vaivenes de la economía  ¿una
ciencia exacta? ¿una ciencia? ¿una
disciplina dudosa?

Menos averigua Dios y perdona.

¿Quién podría verificar la veracidad
de nada?    

Yo paso.

¿A quién le interesa la epistemología?
¿A cuánto cotiza el entimema?

Mentime que me gusta, dijo una
voz popular.
Me gusta cuando miento, porque
estoy como ausente:  En boca del
mentiroso, lo cierto es que hallarás
buenas metáforas.

No se puede no mentir: Si te digo
la verdad te miento.
Veraz que todo es mentira, decía
el tango reflejando esa sabiduría
popular que nunca miente.

Sin la mentira, el mundo se detiene,
se cae el sistema y colapsa todo…
¿Quisiera alguien sensato volver
a la ausencialidad?

Sin la mentira no hay fantasía,
ni arte, ni políticas públicas:

El público se renueva, y sólo
quiere oír falsas promesas, más
y mejores relatos: una buena
gestión, que entienda que la
cadena productiva de mentiras
no puede detenerse.

Hay una deuda histórica
con la mentira, que debemos honrar:

Lo importante es la defensa de los
valores.  Son valores dudosos, es
verdad, pero es lo que hay:
Con esta verdad no ofendo ni temo.

En cuanto a la verdad  
¿Cuál es su verdadero valor?  

Una mentira conduce a cuarenta
verdades, reza un proverbio
oriental y antiguo que no me deja
mentir.

Hay que ser necio para seguir,
todavía, buscando verdades.

O nos unimos como hermanos,
o perecemos como necios, dijo
Martín Luter King. 


Hermanos necios, no nos engañemos:  

El mundo está en vuestras manos...

¿o las nuestras?
 

jueves, 10 de marzo de 2022

Instructivo para emprender el Ocio

 

(Estanislao del Signo)

 

Para emprender el ocio
en un sentido creativo,
no hay que capacitarse.

Basta comprender su naturaleza,
saber que no es ocio todo lo que
reluce y que no existe el ocio
creativo:  no hay más que uno,
idéntico a sí mismo.

No hay creación sin ocio
(El Creador no hubiera hecho
lo que hizo sin conocer el ocio)


II
La división del trabajo
no es aplicable al ocio
ni al goce:

No hay un goce positivo y otro
negativo, ni un goce sano
ni un ocio productivo.

La condición ociosa, es definida
por la improductividad.

Ésto no significa estado de reposo
continuo, ni significa no hacer nada,
sino sólo no hacer aquello considerado
socialmente útil.

Podría este enunciado dividir aguas
entre emprendedores activos y pasivos
del ocio:  ¿Qué es lo útil?

(Yo puedo sentir que es útil cavar un
pozo, aunque no tenga un tesoro que
enterrar o desenterrar, ni una planta
que plantar.  Cavo por placer:
me gusta cuando cavo… Podría
profundizar este versículo, pero no.

El sólo placer de haber cavado, cavar,
estar cavando es suficiente para que
me sea útil  ¿No es útil el placer?
¿A qué otra cosa aspirar, en este valle
que se profundiza a cada instante a
consecuencia de la extracción de utilidad
descontrolada? ¿Sería útil controlarla?

No: el término útil es tan subjetivo
como el sujeto que cava, sin recabar
para qué cava.

No, no soy lo que cavo o cavé

ni lo que cabe en este verbo)


III
La utilidad no depende del sujeto;
el que depende es el sujeto,
que como miembro de un cuerpo
superior, una vez incorporado no
puede ignorar que sólo es socialmente
útil aquella acción que produce valor.

Las demás actividades son inútiles,
el sujeto lo sabe, aunque no lo piense:

No hace falta pensar para pertenecer,
integrarse y autopercibirse contribuyente.

O sólo lo suficiente, lo necesario, lo útil:
pensar lo indispensable.

No es ocioso agregar
que la producción de valor es el primer
mandato en nuestras sociedades
organizadas en torno al concepto útil
y a la utilidad como valor excluyente.

El otro, es la agregación de valor, que
naturaliza y regula el intercambio
en función del lucro:  la utilidad por
antonomasia se realiza en este acto
que mueve y provee sentido a eso
que llamamos economía.


IV
Todos estos logros, capitales para
el desarrollo de la cultura, no hubieran
sido posibles sin la división del trabajo:
Dividir suele resultar útil.

Es ocioso señalar, que detrás de la
idea de dividir el ocio, está la intención
de descomponerlo, para buscarle un
lado útil:

La división es un recurso para
la producción de utilidad.

El ocio es uno solo e indiviso,
no hay un ocio subalterno
ni calificado, y es el más digno
de los emprendimientos.

Pero no todo lo que brilla es ocio
y no existe el reposo absoluto.


V
Procura estar solo o sola mientras puedas
y en lo posible ocioso.


Lo otro viene solo,
o no viene. 

Esperar es tan ocioso como no esperar.

Flor nueva de romanceros seniles

 

(Estanislao Del Signo)

 

Rompí el poema disrruptivo.
Era casi perfecto: contracíclico,
distópico, en estado avanzado
pero trunco.

Con un final feliz
que no llegaba nunca

(Pudo haber sido ese su destino,
nunca creí en finales felices; la
felicidad no necesita poemas)

A cambio, pergeñé uno
más amigable y sustentable, de
una lírica bucólica y empática
que terminaba en una ruptura.

Pero tuve que interrumpir:
Se cayó el sistema  (el sistema
poético suele caerse; hay una
intermitencia recurrente en el
servicio, aunque hay recursos
disponibles, como la repetición)

Fue entonces cuando recordé
que había olvidado hacer
la supervivencia.

La inversión rítmica: el lado oculto de las funciones

 

(Ricardo Mansoler)

 

El ritmo no se piensa, se siente.
¿es un sentimiento?
No, una sensación física:
se percibe por un sentido.

El poema se siente y se piensa,
no es una sensación sino un
objeto pensado para producir
sentido, que puede percibirse
por dos sentidos y está abierto
a todas las interpretaciones.

No obedece pautas fijas,
ni obliga a obedecer, pero puede
producir sensaciones diversas y
encontradas, como atracción,
rechazo y hasta indiferencia.

El ritmo del poema, es sólo un
elemento entre otros, y no
necesariamente determinante
para su valor.


II
(Valor, no es precisamente una
palabra poética, si las hubiera,
como tampoco función.  Pero no
se concibe la función rítmica sin
el concepto, la idea de valor)

La escritura del ritmo,
está expresada en valores
(tan abstractos como la duración
del tiempo, el lugar y extensión
del silencio, etc.)

Los valores son estables, no pueden
alterarse.


La escritura del poema, son palabras,
signos y vacío. Las mismas palabras
que se usan para no escribir poemas
o intercambiar sentido por medio del
sonido.

Las palabras tiene sus valores asignados,
pueden variar según el contexto y el
lugar que ocupen en el discurso, la
entonación, carga emotiva, etc., siempre
dentro de un rango conocido y aceptado:

Aceptar y compartir ésto, hace posible
la comunicación “normal” entre
sujetos hablantes.


III
En el poema, hay una alteración
de los valores. Cualquier palabra,
hasta la menos pensada, la más
banal e insospechada puede cobrar
un valor distinto, inusitado, que
desacomoda a otras produciendo
otros sentidos  -menos cómodos-

La alteración, surge de una forma
particular y anómala en que se
relacionan ciertas palabras, haciendo
vacilar al resto.

Si las palabras vacilan, se está en
presencia de una parte de la función
poética que se realiza.

Y el lenguaje, asumido como un cuerpo,
un organismo en expansión, un virus,
produce su propio anticuerpo.


IV
El poema en cuestión,
se separa de la literatura y desoculta
la arbitrariedad intrínseca del signo,
revelando ese oscuro abismo entre
significante y significado.

La alteración, es también un orden
y como tal puede ser alterado, pero
hay que andar con  cuidado:
el descontrol del material alterado
puede entorpecer el sentido
y acabar en otro abismo.

Luego, está el ritmo, lo emotivo
y otros elementos que acompañan.

Pero la alteración que emite, también
produce sensación, efecto emotivo,
mueve a vacilar:  lo que lo hace
subversivo, más que cualquier sentido
producido por animal humano
-con o sin sentido rítmico-

Ama tu ritmo,
escríbele un poema.

viernes, 4 de marzo de 2022

El ritmo de la fe

 

(Horacio Ruminal)

 

El poema es un fin en sí mismo.
Como el ritmo, no tiene explicación:

Es tan poco lógico sostener un ritmo
como hacer un poema.

El ritmo se explica por pulsos
y secuencias: una discontinuidad
que se repite:

“Continuidad de lo discontinuo”


II
No se aprende: se incorpora, se lleva
y se mantiene en forma mecánica.

Incorporado el ritmo, él se apropia
de los cuerpos obedientes:  una
religión que no necesita imágenes.

El ritmo es ajeno a la evolución,
su esencia es la estabilidad, y la
réplica perfecta que lo reproduce
idéntico a sí mismo.

Conocemos diversos ritmos
a lo largo de la Historia, pero
ninguno es nunca nuevo.

El ritmo es ahistórico:  para él
sólo hay presente  -un presente
que se repite-

(El poema, en cambio, tiene una
historia, y nunca es idéntico a sí
mismo)


III
El ritmo, puede deducirse de lo
que antecede, ofrece todo lo que
un sujeto con cuerpo necesita.

Pero exige más fidelidad que otras
religiones y no contempla
la absolución, conmutación o el
perdón del pecado:

Una mínima distracción
y estamos perdidos:

la continuidad naufraga... 

 

 


 

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