(Senecio Loserman)
Hay que mentirse más:
Todos los días podemos sembrar
algo nuevo y cosechar innovación
en empatía y solidaridad
con otras mentiras que conniven
en la biodiversidad del campo
discursivo.
No hace falta ir al campo
para sembrar, y mucho menos
para cosechar.
Mintámonos como mitómanos
anónimos, metódicos, apócrifos.
Mintámonos con fe, con entusiasmo
sincero y denodado. La mentira es
un recurso renovable, una aventura
que todo el mundo puede disfrutar
y además, nos integra al colectivo
inorgánico de la gran mayoría de
los mortales parlantes.
Según fuentes oficiosas, la mitad
mayor de toda la información que
circula es falsa (la otra, no pudo
ser verificada)
Gozamos del beneficio de la duda,
pero la mentira genera más
oportunidades y es más confiable
y redituable como recurso para el
desarrollo sustentable.
El valor de la mentira no decrece,
por el contrario, explica la mayor
parte del crecimiento de la economía.
El crecimiento mentiroso, se mantiene
a valores históricos y sostiene todos
los vaivenes de la economía ¿una
ciencia exacta? ¿una ciencia? ¿una
disciplina dudosa?
Menos averigua Dios y perdona.
¿Quién podría verificar la veracidad
de nada?
Yo paso.
¿A quién le interesa la epistemología?
¿A cuánto cotiza el entimema?
Mentime que me gusta, dijo una
voz popular.
Me gusta cuando miento, porque
estoy como ausente: En boca del
mentiroso, lo cierto es que hallarás
buenas metáforas.
No se puede no mentir: Si te digo
la verdad te miento.
Veraz que todo es mentira, decía
el tango reflejando esa sabiduría
popular que nunca miente.
Sin la mentira, el mundo se detiene,
se cae el sistema y colapsa todo…
¿Quisiera alguien sensato volver
a la ausencialidad?
Sin la mentira no hay fantasía,
ni arte, ni políticas públicas:
El público se renueva, y sólo
quiere oír falsas promesas, más
y mejores relatos: una buena
gestión, que entienda que la
cadena productiva de mentiras
no puede detenerse.
Hay una deuda histórica
con la mentira, que debemos honrar:
Lo importante es la defensa de los
valores. Son valores dudosos, es
verdad, pero es lo que hay:
Con esta verdad no ofendo ni temo.
En cuanto a la verdad
¿Cuál es su verdadero valor?
Una mentira conduce a cuarenta
verdades, reza un proverbio
oriental y antiguo que no me deja
mentir.
Hay que ser necio para seguir,
todavía, buscando verdades.
O nos unimos como hermanos,
o perecemos como necios, dijo
Martín Luter King.
Hermanos necios, no nos engañemos:
El mundo está en vuestras manos...
¿o las nuestras?
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