viernes, 4 de marzo de 2022

El ritmo de la fe

 

(Horacio Ruminal)

 

El poema es un fin en sí mismo.
Como el ritmo, no tiene explicación:

Es tan poco lógico sostener un ritmo
como hacer un poema.

El ritmo se explica por pulsos
y secuencias: una discontinuidad
que se repite:

“Continuidad de lo discontinuo”


II
No se aprende: se incorpora, se lleva
y se mantiene en forma mecánica.

Incorporado el ritmo, él se apropia
de los cuerpos obedientes:  una
religión que no necesita imágenes.

El ritmo es ajeno a la evolución,
su esencia es la estabilidad, y la
réplica perfecta que lo reproduce
idéntico a sí mismo.

Conocemos diversos ritmos
a lo largo de la Historia, pero
ninguno es nunca nuevo.

El ritmo es ahistórico:  para él
sólo hay presente  -un presente
que se repite-

(El poema, en cambio, tiene una
historia, y nunca es idéntico a sí
mismo)


III
El ritmo, puede deducirse de lo
que antecede, ofrece todo lo que
un sujeto con cuerpo necesita.

Pero exige más fidelidad que otras
religiones y no contempla
la absolución, conmutación o el
perdón del pecado:

Una mínima distracción
y estamos perdidos:

la continuidad naufraga... 

 

 


 

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