(Estanislao Del Signo)
Rompí el poema disrruptivo.
Era casi perfecto: contracíclico,
distópico, en estado avanzado
pero trunco.
Con un final feliz
que no llegaba nunca
(Pudo haber sido ese su destino,
nunca creí en finales felices; la
felicidad no necesita poemas)
A cambio, pergeñé uno
más amigable y sustentable, de
una lírica bucólica y empática
que terminaba en una ruptura.
Pero tuve que interrumpir:
Se cayó el sistema (el sistema
poético suele caerse; hay una
intermitencia recurrente en el
servicio, aunque hay recursos
disponibles, como la repetición)
Fue entonces cuando recordé
que había olvidado hacer
la supervivencia.
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