(Ester Miño)
Interpretación del texto:
Tomemos una frase conocida, de
apariencia inocua y pretensión aforística,
celebrada por muchos como feliz
y pedagógica:
No le des pescado,
enséñale a pescar.
Como suele ocurrir con estos artefactos,
hay más de un sentido, como también
ocurre en la publicidad y en la poesía…
Una lectura real y rigurosa, ajena al sentido
común, descubre el velo de la metáfora, y
revela la verdad oculta tras la cubierta
metafórica e ideológica:
No le des cadáveres,
enséñale a matar.
¿Las metáforas nos hacen más humanos?
(Táchese lo que corresponda)
Tal parece, sólo los humanos las hacemos
y disponemos: disponemos un sinnúmero
creciente.
La metáfora es un recurso humano.
Hay palabras que son, en sí mismas, metáfora:
dicen más de lo que nombran, emiten sentidos
de amplio espectro, rebosan utilidad.
Recurso retórico, poético, ideológico…
metáfora como recurso,
recurso como metáfora.
(Táchese lo que no corresponda)
Hay metáforas que se corresponden, sin
fisuras, con la ideología que nos ocupa y
sostiene el sistema de control en curso:
Recurso, es todo lo que es, incluyendo toda
forma de vida conocida y por conocer,
sin excluir al sujeto hablante, deseante
y obediente. Cuando hablamos, aceptamos,
todo discurso se vale de recursos, que
permiten aumentar su valor de uso.
Recursos que son medios, para un fin que
es otro.
¿Quién es el Otro?
No hay otro: Todos somos recursos humanos.
Hay metáforas más intachables,
tachonadas de brillos altruístas
y nobles sentimientos humanistas:
“Los animales nos hacen más humanos”
Como metáfora, es inobjetable, produce sentido
por los cuatro costados y permite distintas lecturas.
Como aforismo, luce tan perfecto como irrefutable.
Sin embargo, desde la lectura rigurosa
o comprensión excesiva, es dable interpretar:
Los humanos no somos animales, la frase
lo recalca por si hiciera falta. Pero éstos, son
un recurso para aumentar nuestro tenor
humano que, como sabemos, es bastante bajo.
Luego, la condición humana, cuya superioridad
está fuera de discusión, puede ser incrementada
incorporando materia animada a nuestro
metabolismo superior.
Una dieta sana, debe contemplar
todos los nutrientes que requieren
nuestras aspiraciones esenciales,
metabólicas, tan humanas
como la agregación de valor
y la producción de metáforas.
Disponemos de un sinnúmero de metáforas,
podemos elegir, según la necesidad, el
interés y el orden del discurso.
El que quiera comer peces,
en las góndolas encontrará todas
las variedades disponibles.
O bien, que se arremangue
y pesque su propia metáfora.
(Táchese)
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