viernes, 25 de febrero de 2022

Cuévanos

 

(Aquino Lamas)

 

¿Cuántas cosas caben en un cuévano?
¿es más que una palabra?
¿Cuánto vacío puede contener un
cuévano maduro?

Cuando Eva, evacuando su cueva
reconoció a su madre en el agua
al ver su imagen reflejada,
dijo habemos, bebamos, y todo
comenzó a bajar y ordenarse
con fluidez, como era necesario
para que la necesidad descienda
y se replique:

Me bajó, confirmó Eva
aún sin un interlocutor válido.

(Vio que era bueno el descenso,
y aún mejor descender de otros)

Repasó su flamante pasado
al tiempo que exclamaba:

¡Qué cueva que evacué,
  qué cueva que evacué!

(bis)

Vio que era bueno repetir, gestar,
reproducir sin sentido y repitió
y engendró el estribillo primordial:

¡Qué cueva que evacué,
qué cueva que evacué!

Excitose con el éxito
de la repetición de su propia
cita, y fue por más:

¡Qué cueva que evacué,
qué cueva que evacué!

¡Qué cueva que evacuaba,
que evacuaba, que evacué!

Y dio a luz el ritmo,
madre de todo
en sus distintos géneros,


desde el compás binario
de su propia evacuación.





 


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