martes, 30 de noviembre de 2021

Umbrales

 

(Asensio Escalante)

 

Más sensibles a la velocidad
que a la veracidad,
nos mostramos voraces a la hora
de incorporar sentido muerto
o vivo, al metabolismo superior
que  nos distingue.

Hay que saber distinguir
para poder separar.

Las naturalezas inferiores
no distinguen, creen que todo
es natural:

No pueden diferenciar el
movimiento vivo de los muertos.

Son insensibles a la necesidad natural
de superación, para mantener un estado
competitivo y poder seguir creciendo
y separando y superando.

Tan inferiores, que ni siquiera son capaces
de reconocer nuestra superioridad.
Son elementales,  puro metabolismo
sin metas:

Creen que todo lo que es es natural;
luego, son incapaces de naturalizar
nada.

(no distinguen el movimiento vivo
de los muertos) 


viernes, 26 de noviembre de 2021

Las bases

 

(Tomás Mercante)

 

Otro genocidio innecesario,
informaba el diario
desde un título secundario.

No leo los principales:  el tamaño
de esas letras me produce rechazo,
hay que sospechar de todo aquello
que sobresale, con el sólo objeto
de atraer nuestra atención.

Yendo a la letra chica,
no leo el diario, salvo excepciones:
alguna nota perdida, de las que no
lee nadie, por recomendación.

Tres utilidades posibles del diario:
Formar opinión, informarse
y servir de base a la bolsa de basura
para absorber algún fluído indeseable
(procedente de algo que no se pudo
compostar por falta de empatía)

Tengo opinión formada, aunque no
sea la correcta, y no creo en los
servicios de información ni en la
objetividad de los informantes.

No creo en la información objetiva,
parcial o imparcial. Pero reconozco
y aprovecho la utilidad última:

Dispongo cuidadosamente el papel
doblado en dos, en el fondo de la bolsa,
lo presiono un poco  (para que no ocupe
más lugar del que merece) y luego me
relajo para dedicarme a mis asuntos
con tranquilidad de conciencia:

La base está.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Sacramentos Naturales: El placebo

 

 (Senecio Loserman)

 

El placebo sacramental,
no es título feliz para un poema.
Pero el poema no busca consensos:
Prefiere la dificultad de lo falaz
a la facilidad de lo feliz.

La felicidad está en otra parte.
Como adjetivo, feliz resulta al menos
sospechoso: la felicidad es un estado
asociado al placer, y todos los placeres
son efímeros.

Aunque puede haber resoluciones
felices, dentro y fuera del poema.

Y más allá  -o más acá-
está el discurso del placebo.

¿Cómo?

El placebo, por vía oral u otras,
no agrega nada al cuerpo que lo
incorpora, pero puede producir
efectos positivos:

La sugestión, la ilusión, generan las
condiciones para que el cuerpo
recupere su buena forma.

El discurso como placebo, no aporta
nada significativo ni resuelve el
conflicto ontológico, pero una cadena
de significantes convenientemente
tramitada, crea la ilusión de que se
está en el camino correcto, si hubiera
tal cosa.

Es importante el uso de ciertas  palabras
que imponen respeto y generan empatía:
consenso, sustentable, crecimiento y
todo lo que parezca propender a la
ilusión falaz del bien común.

¿Sabías que se puede enhebrar y mantener
un discurso efectivo, consistente y sustentable
y a la vez, vacío?

Sí, se puede.  

¿Sabías que el lenguaje es un recurso
retórico, y como tal puede servir a cualquier
tipo de intereses?

¿Y que la forma puede tener más valor
que el contenido?

El placebo, neutro en cuanto contenido,
tiene la forma de un medicamento.
El lenguaje, puede adoptar distintas
formas, pero nunca es neutral:  
Siempre nos quiere vender algo.

Salvo el poema, que a lo sumo
se venderá  a sí mismo
como ofrenda sacramental.

Bueno o malo, puede encontrar
algún interesado, un comprador
que buscaba otra cosa
y se encontró con él en forma
azarosa.

El poema puede ser también
puro placebo, para ser sincero
nadie busca sinceridad en un poema.
Ni felicidad, que si la hay
está en otra parte  (me informa el placebo)


martes, 23 de noviembre de 2021

La función del equilibrio

 

(Dudamel Rambler)


¿Para qué sirve el equilibrio?
No hay una respuesta única
 y unánime, aventuro dos:

-Para no tener que salir a buscarlo.

-Para acceder a un orden donde poder
reproducir las condiciones de producción
de equilibrio.

¿Se goza el equilibrio?
Entendido el goce por omisión,
se goza no padecer su falta.

¿Cómo obtener un equilibrio sano
y útil, o viceversa?

No sé, me dije y lo agendé  (y encontré
que ya lo había agendado: me repetía, y
dado a repetir, encontré que la repetición
es parte de las condiciones del equilibrio)

Obtenida una respuesta satisfactoria,
avancé a punta de pregunta:

¿Para qué sirve obtener?

En principio, para dejar de necesitar:
cuando la necesidad cesa, desaparece
la tensión con el exterior y se restablece
el equilibrio.

¿El equilibrio es una necesidad?
No: las necesidades no preguntan, son.

¿No más preguntas?

Todo lo contrario, la necesidad siempre
genera dudas: es tensión, inquietud, es
algo a resolver para recuperar el equilibrio.

El sujeto es libre de adoptar las vías que crea
convenientes o necesarias.


II
Hay un vaivén, hay mucho movimiento que
se ofrece, y hay muchos buscadores
de equilibrio.  
Es sabido: donde hay una necesidad hay
un negocio, o más.

El equilibrio es una aspiración sana,
compartida por propios y extraños.

Un equilibrio sano, es un pleonasmo.
Seamos sensatos:  ¿qué es la sensatez?

No sé, volví a agendar. Pero se cree que nos
hace más humanos, como los animales
de naturaleza sensata.


III
Hay un punto, un grado cero de
la necesidad y la percepción, en que todo
parece ordenarse en simétrica armonía:

Habría que detenerse. Me detengo a leer
la señalización instructiva:  
No se detenga, el centinela abrirá fuego.

El equilibrio puede esperar, hay otras
funciones en espera,  pero qué es:
¿una noción? ¿un concepto? ¿sensación?
¿un estado transitorio al que se aspira?

El equilibrio genérico, contiene todo
lo necesario. Luego, hay otras formas
subalternas que cada quien tramita
como puede.

Un pensamiento bien tramitado, produce
un discurso que genera empatía
y transmite equilibrio, atráe:

Gozamos de su lectura,
aun cuando podamos discrepar.

Invertimos un tiempo en leer
este poema de equilibrios
para obtener sensaciones amigables
que tributen al placer de reconocerse
parte de un equilibrio superior.

Invertir en equilibrio es una decisión
saludable:  Nunca se sabe cuando
podemos necesitarlo.


IV
Otras opciones disponibles:

-Es una opción distributiva que reside
en dividir las cargas.

-Es el resultado de un juego de fuerzas.

¿Es un juego? ¿Un juego en que entramos
y salimos?


Paso: me reconozco en el juego,
pero debo pensar mi próxima jugada.

Hay que observar ciertos límites,
jugar con responsabilidad y moderación:

El juego puede producir adicción.

(El equilibrio no sabe ser libre:
cuando anda suelto, se pierde)



lunes, 15 de noviembre de 2021

Todo juego es sospechoso

 

(Onésimo Evans)

 

El poema fluye
a través de las palabras que lo ocupan.

No existe por fuera de ellas, esos signos
arbitrarios aptos para ocupar cualquier
vacío.

El poema, puede existir en silencio
y cursarlo con fluidez, pero no puede
prescindir de palabras:  son su materia
contante y sonante.

Se las puede medir, contar, adulterar,
malversar y poco más  (Podría inventar
una palabra, adoptarla, solventarla,
patentarla y defenderla hasta perder
la vida.  O limitarme a jugar con ella:
los poemas son juegos de palabras,
gozamos de libertad para jugar, a
sabiendas que todo juego está compuesto
de límites. Los juegos son secuencias que
se repiten, observando ciertas pautas
aceptadas por los o él jugador ocasional
-hay juegos que sólo se pueden jugar solo-

Secuencias, como las palabras
que ocupan el poema:  secuencias
que suceden dentro de sus límites,
siendo parte de una continuidad que
lo excede y determina)

Materia intangible, fungible,
recurso renovable y substancia
sospechosa: toda palabra significa
más de lo que dice, aunque diga otra cosa.

Materia cuya vigencia permanece,
se extiende más allá de los cuerpos
y sobrevive al poema acabado,
y a todos los poemas.

El poema logrado, sabe
reconocer sus límites:

No espera milagros,
ni ofrece otra conclusión.

sábado, 13 de noviembre de 2021

La espuma y el poema

 

(Ricardo Mansoler)

 

Ante una gota de espuma que vacila
surgen preguntas como brotes, que pueden 

agotar la módica experiencia de los cuerpos,
amén del cuerpo del poema.

Un poema no se hace solo con preguntas.
Un poema no se hace solo con espuma.

¿Cuánta espuma necesita un poema?
¿Estamos consagrando suficiente espuma?

¿se hace o se nace?

Toda emisión es lenguaje,
algunos nos son ajenos: Hay un lenguaje
propio de la espuma, ajena o propia, que
habría que descifrar:  la espuma tiene sus
códigos.

Hablemos de mi, dice la espuma
que vacila:   No somos una, ni todas
buscamos lo mismo; no aspiramos
a la unidad ni profesamos descendencia
de sentidos verticales.

Hay espuma genérica y específica,
tóxicas y benéficas, inocuas y sospechosas.
Hay espuma ascendente y descendente,
entrante y saliente.  Y hay una única
que es siempre vigente.

Hay una espuma auténtica, genuina,
y una espuma espúrea.  
Hay espuma amiga y enemiga, y las hay
que saben cambiar de signo.

Hay espumas sintéticas, inorgánicas
y hay una espuma histórica, atávica,
ontológica.

Pero hay mucha espuma efímera
y apócrifa.


II
Vacilo ante esta gota de espuma:
Calibro las opciones posibles
para el poema de espuma.

Quiero agregar opciones, pero vacilo.
Quiero agregar espuma y naufrago.

Quiero escribir escribir pero me sale esp.
Quiero escribir espuma: espere, vuelva a
intentarlo más tarde.
La espuma puede esperar, el predictor
prefiere que la espuma espere:
Puede que una parte de espuma sea espam.

El poema epasmódico sabe esperar,
no todo lo que reluce como espuma es.

Difícil determinar con precisión
qué espuma es pura y cuál espúrea.

¿Hay una espuma propia del poema
y otra ajena que lo excede?

¿Se debe disponer libremente los excesos?

¿Retirar y entregar en mano a un
recuperador urbano?


III
La espuma espera:  hay decisiones
que deben esperar.

La espuma es, escribo a orillas
de un río de espuma que nunca
es el mismo.

La espuma es un fluído vital
para la mampostería del poema,
pero hay que evitar los excesos.

Una vez cometidos, removerlos puede
resultar agotador:   siempre hay una gota
que rebalsa, o vacila y se mantiene ajena
a las necesidades del poema, generando
más dudas que certezas.

Hay gotas que sólo son excesos. 




Elongación y salmo

 

(Tomás Lovano)

 

Me olvidé de babear
rezaba en comunión perfecta
ante un receptáculo de voces
altamente comunitarias

Me olvidé de volver
a velar lo ya velado
y a beber lo ya bebido,
rozaba la plegaria del deseoso
reseteado:

de restos de rezos descompuestos
armamos la oración
que audaz se eleva
sólo bajo receta.

Me olvidé de rezar
Me olvidé de repetir
Me olvidé de archivar y publicar
Me olvidé de alistarme y registrarme
(Puede ser que incurra en algún olvido
involuntario, o más)

No respondo preguntas
no deseadas

Por el momento no deseo
otra cosa:
rezaba aquella copla que vivaba
y olvidaba sin solución de continuidad

Me olvidé el archivo en el bidet
entre los víveres del baño
y el rebaño de cadáveres sin procesar
(la procesión va por dentro:  la cara
vana pasa de un estado a otro)

Me olvidaba:  Ví a dios babearse
en un video  (no lo copié, me olvidé,
pero existir existe, como que hay Dios.
Aunque no se consigue quien lo edite)

Ante la imagen divina
me olvidé de rezar, pero ya pasó,
ya lo olvidé:  puede pasar
y volver a pasar:  todo está guardado
en la memoria, desde nuestras
babas primordiales.

jueves, 4 de noviembre de 2021

El nadador anonadado

 

(Onésimo Evans)

 

El nadador nada,
nada entre cardúmenes, cadáveres.


De lo que conoce nada lo anonada.
Y de lo que no conoce casi nada.

Confía en su armadura, en su armazón,
en el manejo de las armas que conoce.
El conocimiento es un arma
y sirve para reconocer al enemigo

(el enemigo puede ser un experto
nadador que nada armado)

Con conocimiento, avanza
con disciplinada displicencia
entre las ciencias blandas y las duras,
nada a conciencia, en esas aguas seminales.

El nadador blande su alma,
(dura o blanda según las circunstancias,
como su glande)
con la confianza del conocedor
y la fe que provée el armamento provisto.


El nadador avanza:
sabe nadar su alma en aguas turbias,
calmas, estancadas o agitadas, profundas
cenagosas o servidas.

La vida es lo que nadas,
se anima mientras nada.

No piensa en lo nadado ni calcula
lo a nadar:  Sabe que nada, es todo
lo que necesita saber para nadar
sin que nada lo anonade.

El nadador armado nada teme,
sólo avanza, sin novedad
y en avanzado estado, se arenga
repitiendo:  ¡Vamos, que todavía
no hemos nadado nada!

 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

La formación poética

 

(Amílcar Ámbanos)

 

Después de la manufactura
de un poema relevante, otro
excluyente, uno imperfectible,
alguno que otro vacilante, amén
del poema envidiable y muchos
irrepetibles, me propuse un nuevo
desafío:

un poema de morondanga

(para crecer, hay que fijarse metas,
ampliar el horizonte y elevar la vara:
hay que probarse en distintos campos,
superar obstáculos, conectar con la
propia abundancia y demostrarse
capaz de todo)

Puse lo que había que poner,
hice lo que había que hacer.

Medí la calidad de mis decisiones
y me entregué a la aventura
del poema, sin abusar del error
no forzado y evitando los excesos.

(Sin esfuerzo y voluntad, no hay resultados)

El resultado:

Quería escribir un poema de morondanga
pero obtuve uno cualunque.

Moraleja:  No siempre hace uno
lo que se propone, pero sólo se aprende
del fracaso. Hacele caso a tu sed.

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