sábado, 13 de noviembre de 2021

La espuma y el poema

 

(Ricardo Mansoler)

 

Ante una gota de espuma que vacila
surgen preguntas como brotes, que pueden 

agotar la módica experiencia de los cuerpos,
amén del cuerpo del poema.

Un poema no se hace solo con preguntas.
Un poema no se hace solo con espuma.

¿Cuánta espuma necesita un poema?
¿Estamos consagrando suficiente espuma?

¿se hace o se nace?

Toda emisión es lenguaje,
algunos nos son ajenos: Hay un lenguaje
propio de la espuma, ajena o propia, que
habría que descifrar:  la espuma tiene sus
códigos.

Hablemos de mi, dice la espuma
que vacila:   No somos una, ni todas
buscamos lo mismo; no aspiramos
a la unidad ni profesamos descendencia
de sentidos verticales.

Hay espuma genérica y específica,
tóxicas y benéficas, inocuas y sospechosas.
Hay espuma ascendente y descendente,
entrante y saliente.  Y hay una única
que es siempre vigente.

Hay una espuma auténtica, genuina,
y una espuma espúrea.  
Hay espuma amiga y enemiga, y las hay
que saben cambiar de signo.

Hay espumas sintéticas, inorgánicas
y hay una espuma histórica, atávica,
ontológica.

Pero hay mucha espuma efímera
y apócrifa.


II
Vacilo ante esta gota de espuma:
Calibro las opciones posibles
para el poema de espuma.

Quiero agregar opciones, pero vacilo.
Quiero agregar espuma y naufrago.

Quiero escribir escribir pero me sale esp.
Quiero escribir espuma: espere, vuelva a
intentarlo más tarde.
La espuma puede esperar, el predictor
prefiere que la espuma espere:
Puede que una parte de espuma sea espam.

El poema epasmódico sabe esperar,
no todo lo que reluce como espuma es.

Difícil determinar con precisión
qué espuma es pura y cuál espúrea.

¿Hay una espuma propia del poema
y otra ajena que lo excede?

¿Se debe disponer libremente los excesos?

¿Retirar y entregar en mano a un
recuperador urbano?


III
La espuma espera:  hay decisiones
que deben esperar.

La espuma es, escribo a orillas
de un río de espuma que nunca
es el mismo.

La espuma es un fluído vital
para la mampostería del poema,
pero hay que evitar los excesos.

Una vez cometidos, removerlos puede
resultar agotador:   siempre hay una gota
que rebalsa, o vacila y se mantiene ajena
a las necesidades del poema, generando
más dudas que certezas.

Hay gotas que sólo son excesos. 




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