(Onésimo Evans)
El poema fluye
a través de las palabras que lo ocupan.
No existe por fuera de ellas, esos signos
arbitrarios aptos para ocupar cualquier
vacío.
El poema, puede existir en silencio
y cursarlo con fluidez, pero no puede
prescindir de palabras: son su materia
contante y sonante.
Se las puede medir, contar, adulterar,
malversar y poco más (Podría inventar
una palabra, adoptarla, solventarla,
patentarla y defenderla hasta perder
la vida. O limitarme a jugar con ella:
los poemas son juegos de palabras,
gozamos de libertad para jugar, a
sabiendas que todo juego está compuesto
de límites. Los juegos son secuencias que
se repiten, observando ciertas pautas
aceptadas por los o él jugador ocasional
-hay juegos que sólo se pueden jugar solo-
Secuencias, como las palabras
que ocupan el poema: secuencias
que suceden dentro de sus límites,
siendo parte de una continuidad que
lo excede y determina)
Materia intangible, fungible,
recurso renovable y substancia
sospechosa: toda palabra significa
más de lo que dice, aunque diga otra cosa.
Materia cuya vigencia permanece,
se extiende más allá de los cuerpos
y sobrevive al poema acabado,
y a todos los poemas.
El poema logrado, sabe
reconocer sus límites:
No espera milagros,
ni ofrece otra conclusión.
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