(Tomás Mercante)
Otro genocidio innecesario,
informaba el diario
desde un título secundario.
No leo los principales: el tamaño
de esas letras me produce rechazo,
hay que sospechar de todo aquello
que sobresale, con el sólo objeto
de atraer nuestra atención.
Yendo a la letra chica,
no leo el diario, salvo excepciones:
alguna nota perdida, de las que no
lee nadie, por recomendación.
Tres utilidades posibles del diario:
Formar opinión, informarse
y servir de base a la bolsa de basura
para absorber algún fluído indeseable
(procedente de algo que no se pudo
compostar por falta de empatía)
Tengo opinión formada, aunque no
sea la correcta, y no creo en los
servicios de información ni en la
objetividad de los informantes.
No creo en la información objetiva,
parcial o imparcial. Pero reconozco
y aprovecho la utilidad última:
Dispongo cuidadosamente el papel
doblado en dos, en el fondo de la bolsa,
lo presiono un poco (para que no ocupe
más lugar del que merece) y luego me
relajo para dedicarme a mis asuntos
con tranquilidad de conciencia:
La base está.
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