lunes, 25 de abril de 2022

El arte sano de meditar en vano

 

(Remigio Remington)

 

No muerdas el colmillo del gusano

que convalece en tu costado

sin amortizar.


No ames lo que no debas.


No te comas las escamas del escualo.

Medita sin embargo, en los dos

crepúsculos simétricos.


Despega el orden numeroso

que te habita y procura que comas

sus excesos, sin despejar ni dudar.


No medites cuando comas.

No te comas el amague de la hoja,

la finta del esfínter que se aloja

en lo que elijas.


No eres mago ni varita,

benditas las escamas que el comensal

no come ni consagra.


No sales la carne que no comas,

sal con moderación de lo que encare

tu carne: la carne se encarece y

enrarece con el uso, no hagas carne

con el hábito ajeno e inútil.


No te santigües dos veces

en el mismo lupanar.


No comentes las faltas que cometes

con el prójimo: Puede que ignore

más de lo que ignoras (Somos lo

que ignoramos, sólo eso nos iguala: luego

no hay pares ni paridad posible)


No descartes nada, más sírvete

lo justo.


Medita hacia el centro,

el esqueje es escuálido, humilde

y diminuto. Más confía en lo que es

y contiene la energía que necesita

(como ésta que malogra tu poema

descendiendo por la hoja que lo

aloja)


Medita en tus diminutivos.

El sibarita no come cualquier cosa:


No te comas las comas, las fintas

y amagues infinitos, del tiempo.


No te comas ni te dejes comer,

a menos que sea absolutamente

necesario al juego de tu comercio

natural, en su justa medida.



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