(Ricardo Mansoler)
Hice lo necesario
pero no fue suficiente.
Justificaciones al margen,
no es necesario compartir
necesidades.
El poema autosuficiente
no responde a esta necesidad
ni a otras: sabe lo que necesita
y no necesita ser necesitado
para ser.
Los necesitados no preguntan
por la extracción de clase del
poema, son indiferentes al ejercicio
de la autoridad y a la muerte del autor.
Y no hacen poemas.
Son ajenos a la transgénesis,
a la proliferación de categorías genéricas
y a la multiplicación de las penas.
Indiferentes a la reproducción de géneros
que mutan, a las nuevas cepas y sus
aplicaciones disponibles.
No se bajan ninguna aplicación,
no se bajan nada. No se bajan:
No tienen adónde bajar.
El poema es un género que muta,
como la realidad: es cambiante.
No se reconoce en una forma única
y estable.
Hay poemas que mantienen
su estabilidad, otros aspiran
sin comprometerse mientras viven
de las mutaciones, como cualquier
virus.
El poema puede tener el sexo que quiera:
uno, dos o más si es necesario
(para algunos es una necesidad, para otros
mera ilusión de la materia, o un exceso
a evitar)
El poema puede autopercibirse asexuado,
apolítico, asincrónico u asintomático
o abrazar cualquier anacronismo
y reclamarse analógico.
Pero puede mutar, reconvertirse, y hasta
creer que evoluciona como cualquier
organismo vivo.
Los organismos vivos pueden tener sexo,
o no, según su estadío evolutivo: los más
elementales se siguen reproduciendo por
división.
De esa función descendemos y
descienden todos los poemas emitidos
(que, como sus emisores, se dividen:
gestantes o no gestantes)
El sexo es lo de menos...
De "evoluciones"