(Ricardo Mansoler)
Los peones no envejecen
-en una oportunidad,
un peón viejo me decía-
Peones y oportunidades
hay de sobra: no envejecen,
pasan.
En el ajedrez no se puede pasar,
hay que jugar hasta las últimas
consecuencias, aunque no haya nada
que hacer.
Los peones, siempre están dispuestos
al sacrificio: El sacrificio no envejece,
un peón viejo me decía: yo siempre
la vi pasar.
El sacrificio es parte de la vida,
alguien tiene que hacer el trabajo sucio:
es capital la división del trabajo y
la igualdad de oportunidades, para
aspirar al bien común -los bienes
comunes, pueden ser privatizados
como inversión-
Hay frases que no envejecen, son
siempre oportunas, como las oportunidades
y el sacrificio del peón.
El jugador experto, sabe que un sacrificio
inteligente, puede significar el éxito final.
El sacrificio, siempre puede ser una inversión
-me decía el peón sacrificado-
El juego tiene sus bemoles, no es para
todos. No es lo mismo una dama que un peón:
Ella es más poderosa, pero está sola.
Una dama no se sacrifica ni se cambia
-al peón le gustaría ver como se cambia,
pero no espera eso, se contenta con verla
pasar, altiva, de un casillero a otro-
El juego tiene sus bemoles. El que sabe,
nunca está perdido: aún habiendo entregado
sus peones y perdido otras piezas más
valiosas, sabe que puede todavía entablar.
El ajedrez, es un de los pocos juegos
que permite pactar, acordar, negociar
el resultado antes de arribar a un desenlace:
Otros juegos, contemplan la opción del
abandono, pero no de negociar la igualdad
(Aunque no todos pueden negociar, sólo
los que saben: Muchos envejecen sin saber
ni poder negociar, nunca entablan)
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