(Encarnación Segura)
En virtud de la naturaleza humana,
que se reconoce superior.
Se establecen condiciones distintivas
en la forma de apreciar o percibir
ciertas acciones.
Crear, por ejemplo, es un verbo y una
acción exclusivos de humanos y dioses,
ajenos a otros animales.
Matar no: Todos los animales lo hacemos,
como es natural. Pero ellos no asesinan
(Salvo Moby Dick, esa ballena que,
si bien existió, es también una creación
humana: Nadie la conocería si no fuera
por la pluma del autor y su talento. Ella
sólo se defendía, no asesinaba)
Los humanos, desde el principio
tuvimos que defendernos de los animales:
Una cuestión de supervivencia.
Los fuimos matando a todos, gracias a
nuestra naturaleza superior, pero sin
asesinarlos y en legítima defensa.
Para hablar con propiedad, la palabra
asesino designa a un humano, que da
muerte a otro con animosidad, por
decisión propia o de terceros, y sin el
atenuante de la defensa propia.
No hay asesinos de animales,
sólo porque el animal no es asesinable.:
Sólo nosotros lo somos, y podemos
asesinarnos: Otra condición que expresa
nuestra superioridad natural y manifiesta:
Las guerras no cuentan.
Tampoco los sacrificios humanos
y animales, practicados por todos los
cultos religiosos del pasado, hoy vigentes
bajo otras modalidades:
Eso es parte de la fe, un cultivo altamente
humano, amén de exclusivo de la especie.
Tanto la fe, como las obras de arte (que son,
también, actos de fe) prueban la existencia
del alma, que nos diferencia de los animales
no asesinables.