(Elpidio Lamela)
Toda pregunta está definida
por el signo negativo, podemos
afirmar.
Hay emisiones de signo positivo
y negativo en cualquier lenguaje
humano. Tal vez, neutro:
No sé, no puedo hablar de lo que
no conozco.
La naturaleza negativa es constitutiva
de la pregunta genérica:
El propio signo de interrogación nace
como respuesta a la necesidad
de cuestionar, poner en duda, formular
una contradicción o alimentarla.
¿Quién cuestiona? El sujeto negativo,
el que duda, el malpensado, el que vive
en tensión y conflicto con el mundo:
El insatisfecho.
No se trata de un esquema binario, que
podría ser cuestionable:
Todo sujeto contiene ambos signos,aunque
en distinta proporción, lo que resulta
funcional al intercambio de sentidos,
valores y otros fluidos.
El sujeto negativo, metonimia mediante,
es aquel donde predomina ese signo, que
lo mueve a dudar, desconfiar y cuestionar.
Incluso, puede llegar a cuestionarse a sí
mismo, y evolucionar en sujeto cuestionable.
¿Se puede dudar de todo?
No sé, tal vez sí; tengo mis dudas
y procuro mantenerlas bajo control.
No es de interés profundizar aquí.
Más interesante es preguntarse para qué
sirven las preguntas, cuáles son las realmente
necesarias y cuáles merecen la sospecha.
¿Existe la pregunta inocente? Tiendo a pensar
que no. Es más, dentro del universo acaso
infinito de las preguntas, negativo por naturaleza,
encontramos la pregunta negativa propiamente
dicha, cuya fórmula parte desde la negación:
¿No te parece? ¿No crees que ésto es incorrecto?
¿No estaría bien revisar ese concepto? ¿No será
mucho? ¿No te resultan suficientes todas estas
preguntas? ¿No será que preguntas demasiado?
La pregunta que redobla su función negativa,
contiene una afirmación y la esconde bajo el
signo de pregunta, siempre engañoso.
Luego, quien la emite está ocultando su intención,
y algo peor; nos engaña: No es un verdadero
sujeto negativo que pregunta respondiendo a su
naturaleza, sino que se vale de este artificio, o
recurso retórico para engañarnos.
En conclusión, hay que dudar y detenerse en el
contenido de las preguntas, y ante la sospecha
no emitir respuesta:
Somos esclavos de nuestras respuestas,
la pregunta es siempre impune.
¿Qué es lo que queríamos demostrar?
No, nada puede demostrarse con preguntas.
Sólo pueden ser útiles en función poética,
en la filosofía y las ciencias inexactas.
Ésto es: en todo lo dudoso o sospechoso.
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