viernes, 4 de julio de 2025

La pregunta y el signo negativo

 

(Elpidio Lamela)

 

Toda pregunta está definida

por el signo negativo, podemos

afirmar.


Hay emisiones de signo positivo

y negativo en cualquier lenguaje

humano. Tal vez, neutro:


No sé, no puedo hablar de lo que

no conozco.


La naturaleza negativa es constitutiva

de la pregunta genérica:


El propio signo de interrogación nace

como respuesta a la necesidad

de cuestionar, poner en duda, formular

una contradicción o alimentarla.


¿Quién cuestiona?   El sujeto negativo,

el que duda, el malpensado, el que vive

en tensión y conflicto con el mundo:

El insatisfecho.


No se trata de un esquema binario, que

podría ser cuestionable:


Todo sujeto contiene ambos signos,aunque

en distinta proporción, lo que resulta

funcional al intercambio de sentidos,

valores y otros fluidos.


El sujeto negativo, metonimia mediante,

es aquel donde predomina ese signo, que

lo mueve a dudar, desconfiar y cuestionar.


Incluso, puede llegar a cuestionarse a sí

mismo, y evolucionar en sujeto cuestionable.


¿Se puede dudar de todo?


No sé, tal vez sí; tengo mis dudas

y procuro mantenerlas bajo control.

No es de interés profundizar aquí.


Más interesante es preguntarse para qué

sirven las preguntas, cuáles son las realmente

necesarias y cuáles merecen la sospecha.


¿Existe la pregunta inocente? Tiendo a pensar

que no. Es más, dentro del universo acaso

infinito de las preguntas, negativo por naturaleza,

encontramos la pregunta negativa propiamente

dicha, cuya fórmula parte desde la negación:


¿No te parece? ¿No crees que ésto es incorrecto?

¿No estaría bien revisar ese concepto? ¿No será

mucho? ¿No te resultan suficientes todas estas

preguntas? ¿No será que preguntas demasiado?


La pregunta que redobla su función negativa,

contiene una afirmación y la esconde bajo el

signo de pregunta, siempre engañoso.


Luego, quien la emite está ocultando su intención,

y algo peor; nos engaña: No es un verdadero

sujeto negativo que pregunta respondiendo a su

naturaleza, sino que se vale de este artificio, o

recurso retórico para engañarnos.


En conclusión, hay que dudar y detenerse en el

contenido de las preguntas, y ante la sospecha

no emitir respuesta:

 

Somos esclavos de nuestras respuestas,

la pregunta es siempre impune. 


¿Qué es lo que queríamos demostrar?


No, nada puede demostrarse con preguntas.

Sólo pueden ser útiles en función poética,

en la filosofía y las ciencias inexactas.

 

Ésto es:  en todo lo dudoso o sospechoso. 

 

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