(Antístenes Oquendo)
No quise aglomerarme,
no soy afecto a las aglomeraciones;
nunca lo fui, y con el paso de los
años, cada vez menos.
Me aglomeré sin querer, no soy
de aglomerarme.
No creo en la cantidad
y no me gusta que se me confunda
con una masa informe, amorfa,
de identidad dudosa:
Soy de buena madera, reconozco
y no puedo juntarme con cualquiera,
eso no me suma.
Cuestiones ajenas a mi voluntad
se aglomeraron, y no pude percibir
que estaba rodeado de aglutinantes.
La acumulación de años aglomerados
hace perder la percepción fina,
y no advertí esa aglomeración
desarrollándose en torno a mi.
Cuando me di cuenta, estaba aglomerado.
Quise volver al pasado, recuperar el yo
con su madera buena, esa unidad.
Pero seguía estando ahí, sin voluntad,
como cualquier aglomerado que se suma
al solo efecto de sumar.
Nunca fui parte de ningún sumando,
esa soberanía autónoma es mi mayor
valor y lo que más valoro.
Quise decir: No vengo a sumar, no
vengo a vengar ni a pedir más venganza,
no vengo a devengar, ni a devolver
ningún importe. No me importa, no
vengo.
Pero estaba ahí, sin voluntad de estar,
completamente aglomerado, como si
fuera parte de esa masa amorfa, como
un miembro ajeno que no se reconoce.
No quise aglomerarme.
Nunca lo quise, es cierto:
No recuerdo haberlo querido nunca.
Pero cuánto no quise...
No hay comentarios:
Publicar un comentario