(Eleuterio York)
Me sacudí las balas de las alas
con cuidado de no ofender a Dios
y a las aves del paraíso.
Si no fuera por Él, nadie gozaría
esta igualdad de oportunidades
ante el fuego amigo o enemigo.
Las balas van y vienen,
como las ideas, las mujeres
y las disidencias.
O las aves que anidan y desovan.
Dios no pone los huevos
en la misma canasta, siembra nidos
por todas partes, disponiendo de
distintas religiones.
Mientras sus rebaños se disputan
el lugar del elegido, Él sigue
desovando junto al fuego:
Ese fuego sagrado, purifica
cuerpos y palabras, y es esencial
para el turismo gastronómico
y las armas de fuego.
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