martes, 29 de noviembre de 2022

Ella ya me olvidó

 

(Estanislao Del Signo)

  

               

                   Yo ahora — ¡qué desenlace!
                         Ya ni pienso más en ti...
                        ¿Pero será que nunca dejo
                         De recordar que te olvidé?
                                (Mário Quintana)
 
 

Ella ya me olvidó,

tendría sus motivos

(o por el contrario, no tendría

motivos para no olvidarme)


Ella ya me olvidó,

hizo lo correcto:

olvidar puede ser una buena

decisión (aunque se suelen

recordar más las malas)


Ella ya me olvidó,

comparto su decisión; siempre

me autopercibí como alguien

olvidable: no brillaba por mi

lucidez en reuniones, carecía de

iniciativa privada y ni siquiera tenía

buena conversación.


Ella ya me olvidó,

creo que es lo mejor que pudo

haber hecho. Yo hubiera hecho

lo propio, por no decir lo mismo.


Hay que saber olvidar a tiempo.

 

Ella ya me olvidó, no le habrá

costado mucho: no cuesta casi

nada olvidar a seres olvidables.


Ella ya me olvidó.

Yo la recuerdo ahora, sin caer en

la desazón ni el desasosiego: 

Me lo esperaba.


Sé que pronto olvidaré todo,

la memoria de los olvidables

es bastante sabia.


Estamos curtidos en el ejercicio

del olvido, tanto propio como

ajeno:


Tiene sus ventajas reconocerse

olvidable  (hay otras, que ahora

no recuerdo)


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