(Elpidio Lamela)
El campo electivo, es uno
de los más inclusivos:
A cada instante ejecutamos
elecciones, con o sin conciencia:
La conciencia no es indispensable
para participar de la actividad electiva,
más o menos comprometida.
No hace falta ir al campo
para conocer la contaminación elegida
y sustentable, o para que nos pique
un bicho.
¿Qué bicho te picó?
Es mejor saberlo, algunos son tan o
más peligrosos que el desconocimiento.
Para el mosquito que acaba de picarte,
eras la presa elegida. Y si estabas ahí,
es porque él era el elegido para compartir
tu sangre y transfundirle otro valor.
Todos somos o hemos sido elegidos
para algo, incluso para el descarte.
El público elige a sus ídolos, las masas
a sus líderes, los creyentes a su dios, y
éste al pueblo elegido.
Venimos a elegir, o a ser elegidos:
No hay mucho para elegir, pero hay
que hacerlo.
Una buena parte de lo que somos
resulta de la selección natural, el resto
depende de elecciones subalternas,
no menos dudosas.
El capital electivo, tanto como el cognitivo,
son una propiedad inalienable cuyo valor
no conocemos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario