jueves, 30 de noviembre de 2017

El futuro

(Tomás Mercante)



¿Hacia dónde va el mundo?
Hacia el futuro, como siempre,
responden los expertos.
Aunque según opiniones autorizadas
no parece tener mucho.

El desarrollo genera nuevas contradicciones:
La superpoblación, la contaminación, la
concentración de la riqueza y el agotamiento
de los recursos naturales llevarían al mundo
a un colapso seguro.

Un mundo que produce más de lo necesario
pero no satisface las necesidades básicas de
una cantidad significativa y creciente de sus
habitantes. El problema de la reproducción
descontrolada, la repetición automatizada
y la distribución regresiva e irracional.

Un mundo concentrado, economías
concentradas, poderes más concentrados;
un mundo donde cada vez hay menos espacios
habitables y menos lugar para el optimismo.

Pero hay quienes quieren salvar el mundo
-hay gente para todo- y persisten en concentrar
esfuerzos, crear conciencia y sumar voluntades
para la salvaguarda del significante que nos
ocupa -y ocupamos-

La concentración humana, el exceso de
cuerpos que consumen, plantea la necesidad
de respuestas superadoras, cambios profundos.

Hay quienes quieren cambiar el mundo, pero
son pocos, y no gozan de popularidad en los
tiempos que corren: No son novedosos, la
Historia ha conocido en forma recurrente
estos intentos, que siempre terminaron mal.

Los pueblos ya no creen en discursos
que provienen del pasado: Hay que mirar
para adelante.

¿Hacia dónde va el mundo?


martes, 14 de noviembre de 2017

Poema amigable

(Tomás Lovano)



Amigable es una palabra amigable,
si hubiera palabras amigables
amigable sería amigable.

Las palabras pueden contener
sentimientos y sentidos diversos.

Amigable viene de amigo, alguien
que se elige a partir de una afinidad:
uno se refleja y los amigos reflejan
lo que es uno, una realidad.

La realidad no suele ser amigable
para la mayoría, pero a través de
discursos amigables, podemos aceptar
y compartir, adoptando una actitud
amigable.

Discursos amigables, pensamientos
amigables, palabras amigables,
prácticas amigables con el entorno,
contribuyen a crear un ambiente sano
y amigable donde desarrollar la lucha
de clases, la lucha por la vida, la lucha
contra el prójimo de un modo sustentable.

Sustentable es una palabra amigable:
cualquier cosa a la que se adose sustentable
se vuelve aceptable (alguien dijo que los
adjetivos contaminan el lenguaje, una
contaminación imperceptible y sustentable)


Ante una crisis de sustentabilidad, el capitalismo
salvaje suele dar lugar a su forma amigable,
expresada en modelos inclusivos y movimientos
nacionales y populares, que nunca duran demasiado
por sus propias contradicciones y por no resultar
amigables a los poderes concentrados que los
acusan de populismo, un término engañoso
que sirve para defenestrar cualquier gobierno
que no resulte lo suficientemente amigable.


La palabra amigable viene del inglés, una
lengua amigable para economistas y cantantes
bilingües; una lengua que es un canto a la
economía: friendly, sólo dos sílabas melodiosas
con el valor agregado de las tres consonantes
que se unen hacia la vocal cerrada, con un suave
movimiento ascendente de la lengua…

Emitir esta palabra produce una sensación
amigable en la lengua del emisor, nativo
o naturalizado, amigo o enemigo.





martes, 31 de octubre de 2017

Tiempo y vocación

(Dudamel Rambler)



La vocación especulativa
no prolonga la vida útil del deseo
pero coadyuva o concomita
a la hora de manipular la realidad
para hacerla más deseable, aceptable
o soportable; desarrollar estrategias
a futuro, apasionarse con la disipasión
o elaborar respuestas provisorias a
contradicciones naturales como el
conflicto con el tiempo -estamos
hechos de tiempo, especulaba el poeta-

Todo lo que podemos aspirar, resuelve
en el tiempo: todos somos libres de aspirar
a todo, o no; los límites los fija el tiempo,
una condición epeculativa.

Hay sociedades que prescinden, viven sin tiempo;
hace poco descubrieron una: nadie sabe su edad, 
ni la de nadie. No hay mañana, ni ayer: 
siempre es ahora.

No hay vencimientos, ni demoras, ni vida útil
que aprovechar. No cargan con el peso de la Historia.

Su lenguaje carece de palabras que remitan
al tiempo. No tienen aspiraciones a futuro: no
conocen estas nociones, no pueden trascender
el presente.

Sociedades que hasta ahora no habían tenido
contacto con la civilización, estaban aislados
del mundo, fuera de la Historia, tramitando sus
vidas a un ritmo que está fuera del tiempo.

Cuesta creer, en estos tiempos de urgencias y conflictos,
mientras se especula cómo enfrentar el agotamiento
de los recursos naturales, el calentamiento global,
el aumento de la inseguridad y la falta de inversión,
ellos permanecen aislados, privados de la práctica
especulativa, y sin vocación de progreso.

Interlocutor válido

(Carlos Inquilino)



Valer, hacer valer, cobrar valor,
poner en valor, posicionarse en el
sistema de valores vigente,
evaluar, valorar, valorizar.

Valer, hacerse valer
para no perder vigencia
y mantener el valor como noción
superadora: hay que superarse,
para valer más.

Valer, entre los verbos válidos
que mantienen su valor, su
validez en el concierto de los valores,
en el concierto de las nociones valederas.

Valer, en este valle
donde todo vale,
todo es válido pero no todo
se mantiene, los valores fluctúan,
las condiciones cambian: hay que
revalidar, convalidar, reformular,
ajustar, adaptar y adoptar otros
valores (o poner en valor)

El valor es dinámico, inestable.
Ningún valor permanece inmutable,
idéntico a sí mismo; las identidades
cambian de valor: Hay valores auténticos,
genuinos, y valores autenticables: la
autenticidad se obtiene, tiene un valor.

La juventud es un valor,
la experiencia otro, el conocimiento
puede contener un valor subalterno.

Se registra una caída de valores,
la realidad es cambiante respecto al orden
de valores: Hay valores ascendentes y
descendentes, asistimos al florecimiento
de valores cada vez más dudosos:
se habla de una crisis de valores, aunque
hay quien sostiene que las crisis tienen
su valor, generan oportunidades.

Las oportunidades sirven para aprovecharlas
y convertirlas en valores. La igualdad de
oportunidades pareciera una entelequia, algo
que la realidad muestra como impracticable,
aunque posee un valor entre los recursos retóricos
del oportunismo, que siempre supo cultivar
esta clase de valores.

Pero la realidad está sobrevalorada.

En cualquier caso, hay valores para todos,
sólo hay que saber buscar: el que busca
encuentra; no hay que desvalorizarse.
Todos podemos acceder a alguna escala
de valores, todos tenemos algo que ofrecer
que contenga algún valor.

De lo contrario, es cuestión de ponerse en valor
o reconvertirse: Ud. también puede ser un
interlocutor válido.


sábado, 9 de septiembre de 2017

La ocasión

(Ricardo Mansoler)




La ocasión puede esperar,
el poema no
-dice el poema ocasional-

La materia común a todos los
poemas es el tiempo,
todos lo contienen.

Hacer un poema bueno
lleva un tiempo,
como hacer uno malo.

Hacer un poema dudoso, puede
llevar más tiempo que despejar
la duda:

-entre el tiempo y el poema, puede
que sólo la duda sobreviva-

La ocasión puede esperar
o hacerse esperar

¿Qué hacer?
¿Abrir un compás de espera
o no hacer nada que no pueda
deshacerse?

La duda es signo vital para el poema
como para el sujeto que vacila
entre dos poemas: el aspirable
y el posible.

Todo lo aspirable es también posible,
dice el poema. Pero hacer un poema
lleva tiempo.

Hacer poemas, hacer tiempo,
son opciones válidas y también posibles
para cualquier sujeto hablante, deseante,
vacilante.

El poema es resistencia al tiempo,
escribió un poeta hace tiempo:

El deseo de ofrecer resistencia
es algo natural en criaturas signadas
por la condición efímera, como
el poeta ocasional.

La ocasión no hace al poeta,
tampoco al ladrón,
si no hay vocación.


La vocación puede esperar,
e incluso no desarrollarse nunca,
pero el poema no tiene qué esperar:
sólo ofrece resistencia, sin ninguna
esperanza.


jueves, 31 de agosto de 2017

Recordar

(Ricardo Mansoler)



Hay que recordar para no repetir,
los pueblos sin memoria vuelven
a cometer los mismos errores,
repiten la historia.

La Historia se repite:

“Los que no estudian la Historia están
condenados a repetirla, los que la estudian
están condenados a observar como se repite
por culpa de los que no la estudian”

Luego, no alcanza con saber; hay que
recordar -recordar es repetir-
No alcanza con recordar lo que se sabe,
hay que hacer saber -para que el otro, que
siempre es mayoría, no repita-

Se sabe: Hay que recordar para no repetir
y hay que recordar para repetir: no podría
reproducir este enunciado si no lo recordara,
no podría citar sin la memoria que evoca y
reproduce.

Luego, no hay que rechazar ni condenar
la repetición, que si bien puede ser un vicio
retórico también es un recurso poético
y algo constitutivo de la condición de sujeto.

Sólo hay que saber discernir, qué repetir y qué
no, para evitar la repetición automática, un
mecanismo al que somos naturalmente propensos,
un recurso tan útil como la memoria.

Sabemos: sólo puede repetirse lo que se conoce.

Sólo quien conoce el fracaso, puede volver
a fracasar con éxito.

Pero los pueblos nunca fracasan, fracasan los
sujetos   -y el pueblo ha dejado de ser un sujeto
histórico-

El pueblo nunca se equivoca:  si dejó de ser sujeto
tendrá sus razones.

Ya nadie habla del pueblo, un significante que ha
perdido presencia, vigencia y popularidad.

El pueblo nunca se equivoca,
se repite.

lunes, 21 de agosto de 2017

Recursos naturales

(Tomás Lovano)



Los animales nos hacen más humanos.
Los animales, seres animados como nosotros
-salvando las distancias-

Todos somos seres, incluídas plantas, hongos,
bacterias y todo aquello que contenga algún
metabolismo. Cuando cesa esta función, los
seres dejan de ser vivos, aunque puedan
convertirse en víveres -los virus, al carecer
de metabolismo, no entran en esta clasificación-

El pensamiento religioso, suele relacionar la vida
a la función divina, la creación, incorporando la
noción de alma, algo intangible e invisible que
anima los cuerpos animados, como emanación
divina: los distintos dogmas difieren respecto de
los animales y el alma: Para algunos carecen, y son,
en consecuencia, seres inferiores. Ciertas creencias,
le atribuyen carácter divino a algunas especies.
Pero la idea dominante, entre las culturas humanas
dominantes, es que los animales están para servirnos;
ese es su destino, ya sea por decisión divina, por
disposición del Orden Natural o por derecho propio.
Son parte de los recursos naturales -que como
sabemos, son todos nuestros- sea como alimento
abrigo, herramientas de trabajo, medios de carga o
de transporte, etc. Incluso como insumos para la
producción espiritual: desde instrumentos musicales,
hasta la escritura, que hasta no hace mucho requería
la pluma de ánsar. La diversión tampoco los excluye:
la caza y la pesca, son actividades deportivas, así como
existen tradiciones centradas en la muerte de animales
en riñas, sacrificios o ceremonias que celebran las
virtudes de un humano matador, que exhibe su “arte”
y su destreza hasta acabar con la vida de ese ser inferior,
ya condenado de antemano.

Los animales son parte de nuestra cultura, que es algo
propio de nuestra especie -el resto de los animales
carece-

La cultura, no sólo nos hace cultivables, elevándonos
por sobre otros seres animados, sino que desarrolla
sentimientos puramente humanos, como el amor, a la
vez que nos permite distinguir entre los animales:
amables -que podemos amar- y apetecibles:  aquellos
que sabemos que saben bien y los sabemos aptos
para el consumo humano  -aunque ellos no sepan-


sábado, 12 de agosto de 2017

Merecimientos

(Horacio Ruminal)



“Cada sociedad tiene todos los delincuentes
que merece”

Esta frase, acuñada hace tiempo
por Ema Goldman, no parece perder vigencia.

En ocasiones, la sociedad no sabe que hacer
con sus delincuentes, más allá de que acepte o
no su merecimiento. No sabe donde ponerlos;
a algunos los encierra, a otros los tolera.

Es difícil que el brazo de la ley pueda llegar a
todos: las instituciones son imperfectas, la justicia
es siempre perfectible, como sus administradores.
Constituímos sociedades imperfectas -acaso sean
las que merecemos- de lo contrario no habría
delincuentes.

Hay sociedades que no saben donde poner a sus
delincuentes. Las instalaciones no resultan
suficientes. Algunos estados invierten mucho en
obra pública, apostando a la construcción de nuevos
centros carcelarios, pero no parece una inversión
sustentable: si se los encerrara a todos, la economía se
resintiría: la delincuencia explica una buena parte de
la actividad económica, y a los ojos de muchos electores
luce como un emprendimiento exitoso.

Pero hay sociedades que parecen haber encontrado una
fórmula superadora, resuelven el problema de los
delincuentes integrándolos al Estado, poniéndolos a
gobernar y a manejar la economía: Como funcionarios
públicos, se ve facilitado su control por parte del Estado,
y la opinión pública confía en que puedan reproducir
en la gestión pública, el éxito obtenido en la actividad
privada.

lunes, 31 de julio de 2017

Defensa y Justicia

(Asensio Escalante)



La defensa del consumo es la causa más justa.
El hombre más justo es el hombre que consume,
escribía un poeta reconocido en su tiempo
-aunque hoy casi nadie lo consume-

El consumo es un signo vital:
donde hay consumo, hay vida.
Y donde hay un sujeto
hay un consumidor.

Cualquier sujeto, sea ameba, cucaracha,
embajador itinerante, larva, gusano
o arzobispo, consume.

La defensa del consumidor
es la defensa de la vida, bajo cualquiera de
sus manifestaciones.

La vida es un derecho inalienable
de todo sujeto de derecho; cualquier organismo
puede ser sujeto, e incluso sujeto de derecho:
basta que el derecho lo contemple y que el sujeto
lo reclame -los animales podrían gozar de este
derecho, pero hasta ahora no se han manifestado
al respecto-

Sabemos poco de la vida, de su origen, su sentido,
pero creemos que es algo que merece ser defendido,
ofrece muchas y diversas oportunidades y es la
única oportunidad para consumir.

Sabemos que la vida tiene un fin -es nuestra única
certeza- la vida se consume, nos estamos consumiendo,
debemos apurar y optimizar nuestro consumo.

Sabemos que la vida tiene un fin: el consumo.

El consumidor sano acepta su condición
sin cuestionarla, de un modo natural:

Sabe o percibe que todo lo que existe, está aquí
para ser consumido. Sabe que la vida tiene un fin,
pero la carrera del consumidor final no se detiene.




sábado, 29 de julio de 2017

Felicidad y ciencia

(Tomás Lovano)



La felicidad ha dejado de ser algo azaroso,
ya no es una posibilidad sino una obligación:
El mundo tiende al estado de felicidad, dice
la ciencia oficial -no podemos desoírla: la ciencia
es la única verdad-

Las neurociencias cognitivas están colonizando
no sólo a la comunidad científica, sino a toda la
actividad humana. Su expansión inexorable está
imponiendo el pensamiento positivo que ilumina
el camino hacia un futuro venturoso:

No estamos condenados al éxito, sólo a la felicidad
-los felices no necesitan ser exitosos, aceptan su
condición y gozan de ella, y hasta se complacen del éxito
ajeno por medio de la identificación-

La felicidad verdadera está en las cosas simples:
los neurotransmisores, la neurobiología,
la bioingeniería genética, la arquitectura legal,
la ingeniería financiera y la seguridad jurídica.

Hay que creer o reventar -aunque la primera opción
parece más feliz: los escépticos no suelen alcanzar altos
niveles de felicidad-

No se puede ir contra la evolución, ni volver al pasado.
El desarrollo de nuestro capital humano requiere
integración y adaptación continuas; todo es dinámico,
la vida es movimiento; hay que disfrutar de la movilidad
propia, la movilidad social y el movimiento uniforme:
de casa al trabajo y del trabajo a casa.

La aptitud de adaptación es condición evolutiva
y hace posible la integración. Es más simple aceptar
que rechazar, más fácil integrarse que oponerse:
La felicidad está en las cosas simples. El ser positivo
suma y se integra, se suma y comparte.

Creemos en la integración; integrando la fe y la ciencia
accedemos al pensamiento superador de la mística
cuántica: Ya no hay necesidad de cambiar el mundo,
ni siquiera de interpretarlo; basta observarlo, saber
observar “dado que la observación afecta al objeto
observado, podemos, como observadores, elegir el mundo
en que queremos vivir.  Para hacerlo, debemos enfocar la
energía de nuestra mente para hacer la observación adecuada.
De este modo, la mente podría controlar el mundo material
en el que vivimos”

El activismo cuántico viene a conciliar
el conocimiento científico con la energía espiritual,
la razón con la fe,
el espíritu con la materia.

Podemos ser más felices, dijo una voz popular...

lunes, 24 de julio de 2017

El odio absoluto

(Onésimo Evans)



La agresión, como la agregación
signan la vida humana y su impronta
evolutiva, expresada en su naturaleza agresiva
y en la necesidad constante de agregar:  El
hombre necesita agregar más violencia
a la existente en la naturaleza, la violencia es
un medio para agregar valor a los valores naturales
establecidos,  como la agregación.

Creemos en el odio primordial como
noción fundante de todo sistema
de valores, y en el valor agregado
como signo evolutivo.

La Naturaleza contiene violencia,
por necesidad. La necesidad es violencia,
señalaba Aristóteles, y la historia humana
rebosa violencia, se sostiene en ella:

Siempre se imponen las acciones violentas.
Marx agregó su metáfora: La violencia es
la partera de la Historia.

Hay una violencia natural y una artificial.
El hombre es el único organismo que crea
objetos y necesidades artificiales.
El arte, como el deporte, son formas de
canalizar la violencia natural de un modo
artificial.

El hombre se diferencia del resto de los
seres animados, por su capacidad superior
para emitir violencia: Su naturaleza violenta
lo enfrenta a la Naturaleza.

La Naturaleza contiene violencia: la necesaria
para controlar y mantener el equilibrio; todas
las especies tienden a expandirse, como algo
natural. No hay expansión sin agresión, es
necesario agregar, y no hay expansión ilimitada.

Somos criaturas altamente expansivas, una
condición que sólo conoce el límite de la
propia capacidad autodestructiva.

El hombre ama y odia en diversa proporción,
pero el odio es más antiguo que el amor,
advertía Freud (aunque son sentimientos
inseparables: quien no odia no ama)

Somos una especie que no tolera la estabilidad,
y cuya naturaleza inestable produce cambios en
sus condiciones naturales:

Ningún animal altera tanto la Naturaleza.

“El odio es el caudillo del cambio. Mientras
que el amor es el patrono de la estabilidad”
pensaba Nietzsche.

“Se está acabado, se es un muerto en vida, no
cuando se deja de amar, sino de odiar. El odio conserva:
en él, en su química, reside el ‘misterio’ de la vida”
-E.M. Cioran-

Hay que agradecer lo que somos a la naturaleza
agresiva: le debemos gratitud al Odio Primordial.
Sin él, valdríamos poco, o nada, y no habría forma
de poner en valor la especie y mucho menos
agregar valor.



martes, 27 de junio de 2017

Ontogénesis

(Tomás Mercante)



Pocas certezas sobre la acción poética,
menos que sobre el poema  (pero la certeza
no es un recurso poético ni una necesidad
de poetas)

En cuanto a la función poética,
no está dicha la última palabra.

Por eso la producción no declina, a pesar
de la crisis, el calentamiento global, el
agotamiento de los recursos, el colapso de
la economía mundial, la desertificación y
el alza del costo de la vida.

Hay suficientes reservas de material poético
en el mundo, como para abastecer a ejércitos
de lectores por generaciones, pero seguimos
generando:

Hay poemas para todxs.
En un sentido inverso, todos podemos hacer,
incurrir, perpetrar (según la relación que cada
uno mantenga con el verbo)

Todos somos poetas potenciales, eventuales,
ocasionales, vocacionales o virtuales:
espacios virtuales de poesía aparecen a cada
momento. La tecnología democratizó los
medios de difusión; hoy todos podemos
publicar todo.

Valéry se interesaba más en la génesis del
poema que en éste. Sus ensayos y reflexiones
sobre el tema son lo más reconocido de su
obra poética.

Todos podemos hacer poemas aceptables,
basta con aceptar. No hay ninguna razón
para no hacerlo, como tampoco lo contrario:
Acaso sea esto lo más interesante…

El deseo de librarse de la utilidad es lo que ha
elevado al hombre, inspirándole la moral y el arte.

(Escribía Nietzsche, poeta más reconocido como
filósofo)



jueves, 22 de junio de 2017

Estamos

(Ricardo Mansoler)



La única verdad es la realidad.
La realidad es ésta:
Los que se muestran disconformes
no deberían ser obstáculo para el
desarrollo de otras realidades.

Donde hay una necesidad, hay un
derecho. Pero nadie tiene derecho
a andar exhibiendo sus carencias
y sus necesidades desmedidas.

Nadie tiene derecho a la desnudez total
mientras no pueda demostrar lo contrario,
decía el filósofo del futuro, de cara al
rebaño y aún semidesnudo.

El presente es de duda; no podemos dar
más precisiones. Hay que dejar actuar a
la justicia.

Cuando llegue el futuro
podremos disponer de las palabras adecuadas
para resolver todas las necesidades y generar
nuevas oportunidades, así como para justificar
la ausencia de justicia.

Estamos haciendo lo que había que hacer.
Estamos diciendo lo que había que decir,
Estamos pensando lo que había que pensar,
estamos escribiendo. 




jueves, 8 de junio de 2017

Arbol Genealógico

(Asensio Escalante)



Los hombres derriban árboles.
Los árboles no suelen derribar hombres.

En condiciones naturales
los hombres se elevan
según sus aspiraciones y capacidades.

En condiciones naturales
los árboles se elevan.

Los hombres sólo conocemos aspiraciones
humanas, luego concluimos: aspirar es humano,
sólo humano, una propiedad exclusiva
de nosotros.

El horizonte humano
estás colmado de aspiraciones truncas
y de verbos que contienen violencia:
derribar, abatir, capturar, reducir, someter,
demoler, aprovechar, emprender …

El hombre cree que su destino
es someter a la Naturaleza, tal vez
para rediseñarla y obtener mayor provecho:

Los hombres necesitan sacar provecho
de todo cuanto se eleva ó se arrastra
sobre el suelo horizontal.

El árbol siempre fue una presa fácil
para los descendientes de los árboles.
 
Los hombres necesitan árboles
porque necesitan casas y
porque necesitan leña: la vida humana
necesita combustible, el hombre
vive en estado de combustión.

Los árboles no necesitan casas
ni necesitan leña
ni necesitan hombres.

Los hombres necesitan árboles
para derribarlos.

El horizonte humano
se apoya sobre los restos
de distintas especies,
y sobre restos humanos.


martes, 30 de mayo de 2017

La felicidad verdadera

(Tomás Lovano)



El mundo tiende a la felicidad.
Nos encaminamos a un mundo cada vez
más feliz. Hay estudios que dan cuenta
de un aumento de los índices de felicidad
aún en sociedades que no gozan de altos
niveles en calidad de vida.

¿Qué es la felicidad?
No hay una definición definitiva, ni existe
una fórmula universal. Cada uno puede
encontrar su propia forma: Gracias a la
ciencia, sabemos que la felicidad es un hecho
individual -hay nichos- y no depende de
condiciones materiales vinculadas a la
posición social; no depende de condiciones
exteriores al sujeto: está en el cerebro.

No todos necesitamos lo mismo, cada individuo
es único e irrepetible, sólo podemos confiar
en la ciencia (el fin de la ciencia es que seamos
felices: la producción de conocimiento incluye
el conocimiento de la felicidad)

La ciencia, no sólo da respuestas verificables,
sino que sistematiza el conocimiento en diversas
disciplinas para hacer disponible su utilidad
y aún más: lo objetiviza (el método científico
es el único que goza de autoridad para establecer
la validez de un conocimiento, determinando su
objetividad. Esto nos pone a resguardo del fraude
de las pseudociencias, fijando los límites entre
ciencia e ideología: ésta responde a intereses, la
ciencia sólo se interesa en la verdad)

Así como la propiedad objetiviza la libertad
individual, como descubriera Hegel, la ciencia
objetiviza la producción de conocimiento.
El conocimiento objetivo es la única fuente de
provisión de verdad. La única verdad es esta realidad:
los neurotransmisores, son los responsables de nuestras
emociones, que a su vez determinan elecciones y
decisiones que serán responsables de la felicidad.

La evidencia científica, nos dice que podemos generar
nuestros propios recursos para producir felicidad.
Basta con entrenar el cerebro para producir dopamina,
el neurotransmisor responsable de la felicidad.

La neurobiología da cuenta que una distribución
defectuosa de la serotonina -otra sustancia química que
produce el cerebro- se vincula a la agresión, la violencia
y toda conducta disrruptiva del orden social.
La insatisfacción, el resentimiento, la rebeldía, son
estados emotivos negativos, cuya verdadera causa
no son la crisis económica, la inequidad del sistema,
las condiciones de producción, ni la lucha de clases,
sino el déficit de serotonina, que crea ansiedad y nos
impide relacionarnos adecuadamente con el placer y el
prójimo.

El combustible del placer y la felicidad se llama
dopamina. Fumamos porque el cerebro lo pide,
fumamos por y para él, que es el que ordena; pero
si lo capacitamos para que se autoabastezca, ganaremos
en salud y en felicidad.

La felicidad es un proceso químico, una cuestión
biológica. Es más simple que la filosofía y menos
engoorrosa que el lenguaje psicoanalítico: Freud y
Lacán sólo produjeron literatura. La ciencia contradice
sus reparos con el término felicidad; ésta es posible
y se reduce, en última instancia, a funciones vinculadas
a la madre de todas las ciencias, la economía:

Tenemos demasiadas neuronas, no es posible mantener
tanta actividad; consumen más que otras células y el
costo es elevado, no contamos con recursos suficientes;
pero sí podemos atender a aquellas responsables de la
felicidad y producir los recursos necesarios para que
cumplan esta función: La producción autogestionada
de neurotransmisores, es la respuesta feliz a la demanda
natural de nuestra economía neurológica.

La felicidad está en las cosas simples: La Dopamina.

No hace falta demasiada actividad neuronal para ser
feliz. Es una falacia que se requiera ocupación plena
de esa multitud de neuronas, con una porción menor
y bien disupuesta es más que suficiente para las necesidades
comunes de cualquier contribuyente feliz, con o sin
pensamiento propio.

La felicidad está en las cosas simples, no hay necesidad de
profundizar ni buscar contradicciones. El pensamiento
crítico no conduce a la felicidad: los intelectuales no suelen
ser muy felices (con la filosofía poco se goza, advertía el
poeta popular).

En cambio, no se necesitan demasiadas neuronas para
cultivar el pensamiento positivo y desarrollar todo su
potencial. La evidencia científica demuestra que tampoco
necesitamos argumentos para acceder a la felicidad, incluso
a la felicidad verdadera.   Es más, cualquier imbécil puede 
ser feliz.


Toses

(Tomás Mercante)



La vecina tose,
es normal que tosa,
ya debería ser parte de mi normalidad
la presencia de esa tos vecina.

Por lo general, huyo de la tos.
Siempre sospeché de los que tosen.
Hay toses sospechosas, infundadas,
toses estereotipadas: toses que podrían
encubrir otras cosas.

Hay quienes tosen sólo cuando no están
solos. La tos es una forma de comunicación,
una emisión que transmite, entre otras cosas
un estado de tensión (hay una relación de
tensión entre el sujeto y el mundo exterior,
que aumenta en el sujeto intenso)
Una emisión compuesta: gaseosa, sonora,
microbiologica (quien tose emite vida, se puede
interpretar)  amén de la tensión.

La tos es un movimiento espasmódico
de órganos internos que procuran liberarse
de cierta materia excesiva: Un Movimiento
de Liberación involuntario, pero que,
a diferencia de otros, puede ser replicado
a voluntad; todos podemos fingir una tos
con algún éxito, conocemos la mecánica que
la produce, como ocurre con la sonrisa (La
falsa sonrisa es tan común entre nosotros,
que suele pasar desapercibida; hay muchos
rostros con arrugas prematuras por esta
impostación automatizada: No es improbable
que la sonrisa falsa sea más común que la
genuina, pero no podemos saberlo, no podemos
confiar en las estadísticas: hay quienes sólo
soportamos a encuestadores por el placer de dar
una respuesta falsa)

Somos una especie que ha sabido desarrollar
en forma prodigiosa la capacidad de falsificar;
somos expertos en la impostura, el fraude y el
engaño.

La tos no es ajena a esta condición; nunca
sabremos cuando es auténtica:  Recuerdo a un
compañero del colegio que producía una tos
tan estentórea que asustaba (era voluntaria, lo
hacía como una gracia y después fumaba como
cualquier cristiano)

Hay que sospechar de los que tosen.


domingo, 30 de abril de 2017

Dar

(Senecio Loserman)



Dar órdenes,
todos podemos dar,
recibir, ejecutar, transmitir.

Dar órdenes
es una forma de dar,
como dar lástima o dar asco
(conozco muchos dadores
con famas bien obtenidas:
Hay distintas formas de obtener,
pero dados a obtener, es poco
lo que puede obtenerse sin dar
algo a cambio)

Hay que darse al amor,
amar es dar
dar para recibir:
Un negocio.

En el orden de los negocios
todos somos deudores y acreedores,
dadores y receptores.
La vida es intercambio: aspiramos
a una combustión sustentable, la vida
se sostiene en el principio metabólico,
que es innegociable (pero es sólo un
negocio: el fin de todo negocio es
obtener provecho)

Hay que darse al amor: el amor
ordena, los amantes del orden
viven más, y sufren menos
sobresaltos.

El orden mejora la vida
y pacifica los espíritus desordenados.

Hay un orden natural
y hay órdenes creados.

Hay necesidad de observar:
Hay necesidades naturales y artificiales,
que son parte del orden natural,
al que pertenecemos.

Hay que observar: todos somos parte
de algún orden, cuyas condiciones
aceptamos: hay que aceptar para
pertenecer (hay que pertenecer)

Hay que darse al amor,
hay que darse
hay que dar:
amar es dar.

Hay que dar para recibir
(me dijo un dador en un momento dado)

Hay que dar: con o sin motivo,
en lo posible, a cambio de un recibo.



sábado, 29 de abril de 2017

El problema de la verdad

(José Luis Greco)



La verdad es un problema.
El problema de la verdad
es que nunca está dicha la última
palabra. Hay muchas palabras:
Casi todas reúnen las condiciones
para ser últimas. Depende del discurso.

Un discurso verdadero, siempre llega
a feliz término. Hay distintas formas
de verificar la veracidad.
Nunca se termina de aprender, es un
ejemplo: Las verdades suelen poner
límites a nuestras aspiraciones,
contienen resoluciones deceptivas
por lo que muchos no quieren saber
nada con las verdades.  En verdad,
los amantes de la verdad están
condenados a una soledad sin término,
pero el amor es ciego  (las metáforas
pueden contener verdades, aunque la
verdadera metáfora es ajena a este
concepto)

El verdadero problema son los emisores,
en especial los públicos: se deben, piensan
y piensan en el Otro (y para no decepcionar
dicen lo que el Otro quiere oir, un recurso
aceptado e incorporado no sólo a los discursos
oficiales)

Podemos ser más felices: Una verdad parcial,
que la realidad se encarga pronto de refutar y
desmontar. Pero es tarde: El receptor ya
compró.

La misma carga de verdad hubiera habido
en la opuesta: Podemos ser menos felices.

El problema de la felicidad: Un término ambiguo.
Ya lo advirtió Freud: La felicidad no tiene que ver
con la verdadera existencia del ser humano.

¿Quién es feliz? ¿Se puede ser feliz todo el tiempo?
¿Quién puede ser feliz en este mundo enfermo,
gobernado por intereses viles y abyectos y dominado
por discursos engañosos?

La verdad no complace a casi nadie, no suele ser
complaciente. El problema no es la verdad, sino
la avidez de los consumidores de verdades, y la
incapacidad de discernir ante aquellos
que se atribuyen la representación de la verdad.

La verdad, siempre se puede estar peor.
Siempre se puede volver a errar, el pueblo
se equivoca y repite el error: No reconoce,
o lo hace demasiado tarde.

Siempre supe que estaba equivocado,
pero sólo se aprende del pasado.


domingo, 16 de abril de 2017

¿nuevas vocaciones?

(Horacio Ruminal)



En torno a la vocación,
no es posible determinar con precisión
la cronología de su desarrollo histórico,
ni establecer en forma fehaciente
cuál fue la primera  (Conocemos el oficio
más antiguo del mundo, pero desconocemos
si obedecía a una vocación)

Se puede afirmar que toda vocación
conocida al presente, procede de las dos
primigenias o vocaciones madre:

La aptitud de mando y la vocación de
servicio.

(No se sabe cuál ocupa el primer lugar,
pero la segunda parece gozar de mayor
popularidad, aunque hay quien sostiene que
son complementarias o bien, que son una y
la misma cosa: es común que un individuo
ejerza el mando o autoridad sobre otros, al
servicio de un tercero)

De estas dos ramas originarias se derivan
una serie de vocaciones subalternas, que a
través del tiempo y la división permanente
evolucionaron hasta hoy, en que los límites
se han tornado difusos y casi toda actividad
humana registrable merece ser adjudicada a
alguna vocación ( Encontramos toda suerte
de manifestaciones vocacionales, al punto que
pareciera haber más vocaciones que aptitudes o
inclinaciones; ya no se trata de una disposición
innata o una condición genética: hoy cualquiera
puede encontrar una vocación en cualquier parte
y en cualquier momento: la división del trabajo
y la sobreoferta de estímulos a la diversificación
del deseo -y sus opciones sublimatorias- dieron
lugar a un crecimiento exponencial del campo
vocacional )

Como consecuencia, casi nadie está
seguro de su verdadera vocación, y muchos
ponemos en duda la existencia real de algo
asemejable a una vocación verdadera.

Mientras tanto, no dejan de aparecer nuevas opciones
cada vez más dudosas y opinables, a menudo inaceptables
no sólo para la lógica de un pensamiento bien tramitado, sino
incluso desafiando la capacidad de aceptación del contribuyente
medio -que no es poca-

Así, oímos como con toda naturalidad e impunidad se
habla de “vocación de cambio”, algo tan absurdo como
paradojal: Pensar en un supuesto sujeto que pretenda
obedecer a esa presunta vocación, es arribar a la perfecta
contradicción: alguien que no puede desarrollar ninguna
actividad, porque siempre tenderá hacia otra; la necesidad
de cambio contínuo conduce a la negación de la acción,
esto es, el reposo absoluto, es decir: la muerte.

En conclusión, una vocación tal vez practicable, pero no
sustentable (En todo caso, si admitimos su existencia, no
sería una vocación para vanagloriarse ni que mereciera ser
promocionada)

Cambiemos: Uno puede cambiar de vocación
tantas veces como sea necesario, pero eso no
significa vocación de cambio.

Hay que ser cauteloso con los reduccionismos:
la vida no se reduce a una vocación. Hay tanta gente
que pasa por la vida sin encontrar la suya…

Es justo y aceptable que cada uno pueda desarrollar
distintas aptitudes y vocaciones a lo largo
de su vida, con cualquier resultado.

Pero vocaciones eran las de antes,
aunque casi nadie quiera volver al pasado:
hay poca vocación.



martes, 11 de abril de 2017

Ninguna golondrina

(Ricardo Mansoler)



Una golondrina no asevera:
no.

Ninguna golondrina -se puede
aseverar- asevera nada,
ni niega -se puede afirmar-

La golondrina,
ni nada ni asevera
-se puede aseverar-

Una golondrina, no necesita
aseverar ni afirmar
para ser golondrina: no sabe
que es golondrina, sólo sabe
ser golondrina.

Ninguna golondrina ningunea
ni neologiza ni conjuga:
No golondriniza ni coloniza,
no aspira a nada que exceda su
condición de golondrina.

Ninguna golondrina es lo que hace
-se puede aseverar-

Ningún significante es lo que significa.
Ninguna oración que contenga golondrina
contendrá el ser golondrina.

Una golondrina no asevera, sólo existe:
se puede identificar -identificar es humano-
clasificar y especificar: esta golondrina.

Se puede afirmar: los animales nos hacen
más humanos.

Se puede preguntar: ¿todos?
No, sólo los identificables.

Se puede repreguntar: ¿todos?
No, sólo algunas especies.

Se puede profundizar:
¿la golondrina nos hace más humanos?

Sí, porque sirve para hacer metáforas

(Las metáforas sirven para repetir,
hacer y repetir es humano, se puede
aseverar:  sólo los humanos hacemos
metáforas)

Una golondrina no asevera,
se puede aseverar,
se puede repetir (hay cosas
que pueden repetirse, como
la golondrina)

Lo que no se puede repetir
no existe.


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