(Onésimo Evans)
Uno de los ejercicios más recomendables
es el goce.
La práctica metódica y rutinaria
de estos ejercicios podría prolongar
la vida, o al menos incrementar el volumen,
si no de masa muscular, sí de la parte deseable
de la masa vital, que suele coincidir con el
volumen final del cuerpo.
Hay distintos grados de dificultad
y el desarrollo de los movimientos adoptados
debe adecuarse a la edad y versatilidad del
ejecutante.
Éste irá descubriendo nuevas formas
de comunicarse con su cuerpo: un mundo
a explorar cuyos límites desconocemos
(aunque ellos pudieran reconocernos)
También, en el curso de la práctica constante
y consciente del ejercicio del goce, notará un
saludable aumento en su desinterés por el mundo
real y los conflictos que le son propios.
Las propiedades del goce son casi infinitas.
Tal vez no lo perciba en los movimientos iniciales,
pero los iniciados en esta práctica lo reconocen:
Quien domina las técnicas y cuenta con los recursos
para producir y desarrollar su propio goce,
no necesita preocuparse por nada,
ni por el goce del otro.
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