(Horacio Ruminal)
Hay que aceptar,
venimos a aceptar
-me dijo
un aceptante
consecuente-
Hay que aceptar para
poder
pertenecer y gozar
de algún
reconocimiento
aceptable.
El reconocimiento,
es la forma
superior de la
aceptación -me
dijo un autor no
reconocido-
El reconocimiento es
un goce,
pero para gozar de
reconocimiento
primero hay que
obtener aceptación
-y para ser aceptado
hay que aceptar
las condiciones de
aceptación-
El reconocimiento es
una repetición
-una aceptación que
se repitió-
y las repeticiones
son algo aceptable,
porque remiten a lo
conocido, que es
lo único seguro.
Todo lo que hacemos
es para ser
reconocidos, me dijo un
aspirante.
(El reconocimiento
es más importante
que el conocimiento:
hay quienes
adquieren una
cantidad de conocimientos
sólo para ser
reconocidos)
No conozco a nadie
que no espere
ser reconocido por
lo que hace,
ó aún por lo que
no hace.
El aceptador serial
suele ser aceptado en
cualquier parte, a
diferencia del que sólo
ofrece una
aceptación parcial.
El aceptador
genuino, integral, no tiene
dificultades de
adaptación: se integra y
comparte, goza con
naturalidad de su
condición
aceptable.
Es sabido, los que
aceptan viven más,
y cursan una vida
casi sin conflictos.
Aceptar no es
difícil.
Todos podemos
aceptar todo, es una
cuestión de
voluntad -aunque a veces
se requiere un
trabajo personal para
superar los propios
obstáculos, en
ciertas
personalidades conflictivas-
Pero con el esfuerzo
individual, y el
asesoramiento de
personal capacitado
todo se consigue;
la capacidad de
aceptación es algo
natural a la especie
y siempre puede ser
desarrollada.
La Historia lo
atestigua y el presente
lo confirma con
suficiente elocuencia
para alimentar el
optimismo:
Hemos sido capaces de superar adversidades,
contratiempos, y salir airosos de situaciones
azarosas. Aceptamos nuestro destino superior
y aceptamos las respuestas mas dudosas.
Hemos sido capaces, y aceptamos con orgullo:
Solo deseamos ser aceptados.
Somos capaces de aceptar
cualquier cosa.