(Aparicio Custom)
La otra tarde vi
llover.
Es bello ver llover,
después paró.
Ya no se ve llover.
Yo vi llover, vi ver
llover,
vi gente correr ante
el alerta vigente.
Vi llover y
preguntar
¿Llorará el cielo?
¿Lloran los dioses
al unísono, o es
uno capaz de llorar
por todos en
representación?
Vi llover y
preguntar ¿Quién oyó?
Los víveres no
oyeron.
Los víveres no
lloran, no oran
ni elevan plegarias
al cielo lluvioso.
Se reproducen por
división
como el poema:
Lloverán poemas
copiosos
mientras la lluvia
viva, sea intensa,
oblicua, finita o
infinita:
Siempre que llovió
paró,
yo lo vi: vi
llover, vi ver llover
y desbordar las
bocas de tormenta.
El poema puede tener
filtraciones
y su humedad
sobrevivir a la lluvia
como una mancha no
deseada:
No importa, lloverán
otros poemas
mientras la lluvia
se mantenga
y la intermitencia
madure,
eslabonando vida y
muerte
para que no falten
víveres
en la mesa del poema
y su cadena
trófica.
II
Estrofas
descendentes llovían
y caían, aptas para
encadenarse
a un lirio, un
sombrero, una plegaria
y armar una cadena de
oración.
La otra tarde yo vi
ver,
vi ver llover y
progresar
sus signos y
frecuencias:
Vivir es ver volver,
dijo Azorín
un día de lluvia
como otros
pero que no
volvería:
Sólo podría volver
a llover.
Sabe volver, la
lluvia
es necesaria como el
pan,
multiplica los
víveres y esos
poemas que viven de
la humedad.
Vi víveres
dispuestos a servir,
vidas servidas:
voces hervidas,
coladas, procesadas
y voces
embozadas a la
sazón.
Conocemos ciclos:
Materia muerta
sostiene nuestra
materia viva, es un
servicio esencial
y siempre que llovió
paró.
Renovamos las
promesas
esperando la lluvia
que bendice el
llanto de los vivos
(lloramos a nuestros
muertos
algún tiempo, como
la lluvia
que pasa y se
olvida)
La lluvia es vida,
mientras hay lluvia
hay esperanza.
Se esperan nuevas
lluvias.
III
La otra tarde vi yo
ver
vi ver llover y
volver a llover
poemas vivos y
muertos cayendo
unos sobre otros sin
discriminar,
confundidos como
víveres.
Vi víveres,
cadáveres, congéneres
en tránsito: La
lluvia no discrimina
aunque no moja a
todos por igual.
Es parte de la
normalidad ver llover,
ver parar, ver
volver y repetir que
es parte de la
normalidad.
Pero no es uniforme
ni simétrica
la lluvia: En el
desierto de Atacama
nunca llueve, desde
hace siglos.
Es tal la falta de
humedad que no
vuela ni una mosca;
no hay plantas
ni animales y se
secan las lenguas:
No se hablaría de
otra cosa en Atacama
que del deseo de
humedad, o su falta.
Pero nadie habla,
para conservar su lengua
húmeda (debajo de
capas y capas de sal
y tierra estéril,
se encuentran restos fósiles
de otras lenguas
muertas)