(Cósimo Stancatto)
La felicidad, es ese estado de conciencia
que procede de la realización de los
propios valores.
Los valores son la base de la felicidad:
Ese es el verdadero capital, pero hay
que moverlo, trabajarlo:
Un capital ocioso no sirve para nada,
ni produce.
El trabajo consciente de ese capital,
fructifica en oportunidades
de felicidad.
Al principio, puede haber dudas
en cuanto a la propiedad de los valores,
los hay dudosos e inestables. No hay
que rendirse ni resignarse:
Hay suficientes valores, ellos circulan,
son intercambiables y están siempre
disponibles. No es difícil incorporarlos
y apropiarlos.
Por último, si la duda subsiste
en la valoración, es cuestión de calibrar
la calidad del valor en cuestión, y realizar
un trabajo consciente para su puesta en valor.
El trabajo, no sólo dignifica y eleva
sino que también produce frutos más reales.
Sólo se accede a la felicidad por medio
del trabajo, preferentemente consciente.
Cada uno es responsable de su propia
felicidad: sólo hay que cobrar conciencia.
Nadie nace sabiendo, ni conociendo la
felicidad al nacer: nadie nace a conciencia
(si bien nacer es trabajoso, no es un trabajo
valorable; no tiene ningún valor para otros)
Luego, crecemos y vamos incorporando
distintos valores: Ese capital es invalorable,
porque es el recurso natural para acceder a
la felicidad, ese estado de conciencia (Los
estados de conciencia son todos transitorios)
Para empezar el trabajo consciente,
debieras preguntarte: ¿Son éstos mis valores?
Una vez despejada la duda y verificada
la propiedad, el camino se allana y sólo
hay que agregar valor:
La felicidad, es ese estado de conciencia
que procede de la realización de los
propios valores.
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