martes, 13 de junio de 2023

Recursos naturales: el cuerpo

 

(Aparicio Custom)

 

¿Sabías que tu cuerpo es un recurso?

Sabelo, no pongas esa cara,

reconocete: va a ser más fácil que

sepas aprovecharlo.


No te encierres en fantasías inútiles

y dejá de lado los prejuicios. Es mejor

estar abierto, las economías cerradas

no tienen futuro.


Sólo los necios rechazan lo que no

conocen, negando su propia evolución.


No rechaces ninguna palabra, ellas

también son recursos y son útiles

para armar muchas cosas.


Preguntar qué es un recurso

es empezar mal: el conocimiento se

produce buscando el camino más corto

y directo, para economizar y ganar tiempo

(el tiempo es un recurso)


Mejor preguntar qué no lo es.

Ahí avanzamos y ahorramos palabras:

Nada, o casi nada, para no totalizar.


II

¿Para qué sirve un recurso?

Para ser preciso y sintético (aunque a veces

no se puede conjugar estas dos pretensiones

retóricas) sirve para obtener otra cosa.


¿Qué más? ¿Hay algo más?


Sí, hay abundante literatura, poesía y otras

formas dudosas de expresar la inutilidad

del goce cuando se desvía del sentido

verdadero, el productivo.


El valor de un recurso está determinado

por lo que permite obtener.


Sería ocioso extenderse sobre todo lo que

se puede obtener de un cuerpo; quienquiera

que haya cursado alguna experiencia física

sabe que el cuerpo es una fuente de oportunidades.


No hay mucho que pensar: El pensamiento sano

y productivo, toma la parte útil del conocimiento

para aprovecharlo y producir su propia evolución,

que es parte de la evolución histórica, a través de

la producción de valores intercambiables.


No venimos a pensar: venimos a obtener,

a producir valor, intercambiar y agregar valor.


Cabe agregar: Sólo hace falta saber aprovechar

los recursos que disponemos; no son pocos:


Tu cuerpo es un recurso.



III

Por último, para completar esta pastilla filosófica:

El pensamiento crítico no suma, es de signo

negativo, dado que retrasa la evolución natural,

no produce valor ni teorías que lo justifiquen:

Disponemos de suficientes teorías del valor.


El pensamiento propio es una fantasía insostenible.

En otros tiempos supo haber librepensadores,

gente ociosa que disponía de tiempo para desarrollar

ese cultivo dudoso.


Hoy, con la conectividad alcanzada, nadie perdería

su tiempo pensando lo que ya otros pensaron:

Contamos con recursos para acceder al instante

a cualquier información.


El tiempo es un recurso que hay que valorar.


En conclusión, tanto el pensamiento crítico

como el pensamiento propio, son fantasías

propias de mentes trasnochadas que, incapaces

de producir valor y generar utilidad, se refugian

en el goce de la crítica:


Un goce sin ningún valor.


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