(Aparicio Custom)
¿Sabías que tu cuerpo es un recurso?
Sabelo, no pongas esa cara,
reconocete: va a ser más fácil que
sepas aprovecharlo.
No te encierres en fantasías inútiles
y dejá de lado los prejuicios. Es mejor
estar abierto, las economías cerradas
no tienen futuro.
Sólo los necios rechazan lo que no
conocen, negando su propia evolución.
No rechaces ninguna palabra, ellas
también son recursos y son útiles
para armar muchas cosas.
Preguntar qué es un recurso
es empezar mal: el conocimiento se
produce buscando el camino más corto
y directo, para economizar y ganar tiempo
(el tiempo es un recurso)
Mejor preguntar qué no lo es.
Ahí avanzamos y ahorramos palabras:
Nada, o casi nada, para no totalizar.
II
¿Para qué sirve un recurso?
Para ser preciso y sintético (aunque a veces
no se puede conjugar estas dos pretensiones
retóricas) sirve para obtener otra cosa.
¿Qué más? ¿Hay algo más?
Sí, hay abundante literatura, poesía y otras
formas dudosas de expresar la inutilidad
del goce cuando se desvía del sentido
verdadero, el productivo.
El valor de un recurso está determinado
por lo que permite obtener.
Sería ocioso extenderse sobre todo lo que
se puede obtener de un cuerpo; quienquiera
que haya cursado alguna experiencia física
sabe que el cuerpo es una fuente de oportunidades.
No hay mucho que pensar: El pensamiento sano
y productivo, toma la parte útil del conocimiento
para aprovecharlo y producir su propia evolución,
que es parte de la evolución histórica, a través de
la producción de valores intercambiables.
No venimos a pensar: venimos a obtener,
a producir valor, intercambiar y agregar valor.
Cabe agregar: Sólo hace falta saber aprovechar
los recursos que disponemos; no son pocos:
Tu cuerpo es un recurso.
III
Por último, para completar esta pastilla filosófica:
El pensamiento crítico no suma, es de signo
negativo, dado que retrasa la evolución natural,
no produce valor ni teorías que lo justifiquen:
Disponemos de suficientes teorías del valor.
El pensamiento propio es una fantasía insostenible.
En otros tiempos supo haber librepensadores,
gente ociosa que disponía de tiempo para desarrollar
ese cultivo dudoso.
Hoy, con la conectividad alcanzada, nadie perdería
su tiempo pensando lo que ya otros pensaron:
Contamos con recursos para acceder al instante
a cualquier información.
El tiempo es un recurso que hay que valorar.
En conclusión, tanto el pensamiento crítico
como el pensamiento propio, son fantasías
propias de mentes trasnochadas que, incapaces
de producir valor y generar utilidad, se refugian
en el goce de la crítica:
Un goce sin ningún valor.
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