(Esther Miño)
La verba inflamada
yérguese,
erizando el paisaje nativo
de acá a la luna.
La verba inflamada,
erecta como hache pronunciada
desafiando la verticalidad del
humo humano.
La verba inflamada
se muestra irreductible
a los estímulos auténticos.
En llamas, se desentiende
de la noche y su prefijo
y de la boca desdentada
que la emite, enajenándola.
Unimembre, se subleva
ante la simetría divina
pronunciándose en su contra,
indiferente a los desmembramientos
del paisaje en plena combustión.
No respeta a los dioses desencarnados,
descarnados o crecidos a orillas
de las escombreras. Tampoco respeta
sus señales de tránsito, que a semejanza
de ellos, están de paso.
La verba inflamada no vacila
ni se retrotrae a un estado anterior:
no contempla un estado al que
haya que volver.
Es ella, sólo ella,
miembra y única.
No hay comentarios:
Publicar un comentario