sábado, 10 de septiembre de 2022

Un hombre de palabra

 

(Luis Espejo)

 

Dejé de dirigirme la palabra,

consensué

y acepté que era una buena

decisión, quizá la mejor, no sé:


no es fácil producir buenas

decisiones, evitar el error

no forzado y liderar con empatía

la producción de sentido propio.


No tenía mucho que decirme,

me estaba repitiendo,

y las palabras circulan

en cualquier dirección y suelen

adoptar sentidos sospechosos,


son ambiguas, sirven para todo

y nos pueden llevar a cualquier

parte: son emisiones engañosas

con su carga positiva y negativa


¿no?


El lenguaje es una trampa,

me repetí antes de retirarme

la palabra (mirá todo lo que

podés decir sin decir nada…)


La lengua nos divide

en todos los idiomas,

me dijo una amiga bilingüe.


Estamos formateados por

las cláusulas del lenguaje,

pelotudo: me dije apelando

al exabrupto con un sentido

positivo.


El sistema del lenguaje, como

todos, se basa en la repetición

y en el equívoco y en replicar

esta fórmula que nos reproduce,

infeliz.


Y en esos términos precisos

acordé el consenso necesario

para dejar de dirigirme la

palabra.


Toda palabra es ambigua, imprecisa:

yo siempre fui un hombre de palabra,

de una sola palabra.


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