miércoles, 28 de septiembre de 2022

Tío caimán

 

(Senecio Loserman)

 

El mundo está hecho de sal

entre otras cosas, algunas más

necesarias que otras para la vida

animal, vegetal, y otras.


Nosotros consumimos una parte

y la empleamos con distintos fines:

como condimento, para matar

caracoles, para conservar la carne

y poder comerciarla a través del

mar (el mar es fuente de sal)

en otros tiempos, para bautizar

y hasta para armar preguntas

como ésta: ¿qué gusto tiene la sal?


Gracias a la evolución alcanzada

nuestra especie es capaz de cuestionarlo

todo, producir conocimiento, modificar

la realidad y formular todo tipo de

preguntas.


Pero hay suficiente sal en el mundo

para abastecer a todos, salpimentar

a gusto y hasta dilapidarla, como la

vida misma.



II

Hay muchas sales, aunque merced a

la metonimia (otro recurso interesante

cuya disposición es de exclusividad

humana) sabemos que, al hablar de sal

lo hacemos sobre el cloruro de sodio

o sal común de mesa, una de las tantas

sales que nos acompañan.


La sal es un mineral que se obtiene de

distintas fuentes. Hay sal de potasio, de

yodo, sal de mar, sal de ajo y sal de ojo:


Las lágrimas son ricas en sal

(es conveniente, después de llorar mucho

reponer sales o bien, evitarlo controlando

esos estados emotivos y limitar sus

emisiones)


Entre las especies más aficionadas a la

práctica del llanto, está el caimán.

Sabemos que no es para fiarse

de lágrimas de cocodrilo, de mujer ni

de renguera de perro. Pero no todo es

lo que parece:


Los humanos solemos creer que la risa

y el llanto son atributos exclusivos de

nuestra especie, y sólo nosotros somos

capaces de reír o llorar, con o sin motivo.


En el mismo sentido, suponemos que todo

otro llanto responde a los mismos estímulos

que el nuestro: la pena, la congoja, el

desconsuelo.


No es el caso del caimán, cuyas lágrimas

cumplen otra función: proteger o reparar

sus ojos de la irritación provocada por el

agua en que nadan. También, para eliminar

el exceso de sal.


(Por eso, no hay que confiarse. Si uno se

conmueve por el llanto del caimán y se

acerca a consolarlo, puede recibir una

sorpresa desagradable: Somos presa, y

ellos son tan carnívoros como nosotros,

o más)



III

Sin embargo, otras criaturas no sólo

no le temen sino que lo frecuentan, y

gustan posarse en su rostro, con otro

interés:


Las mariposas aprecian esas lágrimas

cuya sal necesitan para el desove y

otras funciones.


El caimán acepta la visita sin inquietarse,

como algo natural.


Esta escena natural, desmiente una vez más

la pretendida creencia humana de que en

la Naturaleza todo se dirime en términos

de predadores y presas:


Hay otras formas de relación entre especies,

no signadas por la violencia, aunque nos

siga resultando tan extraño como ajeno.


El mundo está hecho de sal, entre otras

cosas. Y las sales, como los animales,

son parte de los recursos naturales

a nuestra disposición, como los recursos

humanos.


¿Qué gusto tiene la sal?



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
http/:Demolicionyobranueva.blogspot.com por José Luis Greco se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en Demolicionyobranueva.blogspot.com.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en Demolicionyobranueva.blogspot.com.