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(Serafín Cuesta)
La propiedad desciende
suavemente del sujeto,
como éste del trabajo.
El hombre es un producto
histórico del trabajo
acumulado en palabras.
Sin el trabajo, palabra que
remite a un instrumento de
tortura, no gozaría el hombre
de la evolución histórica que
ostenta.
No se trata de ostentar:
No es necesario hacer ostentación
de nuestras propiedades.
El sujeto desciende del trabajo,
como su propiedad más valiosa
y significativa: la palabra.
¿Cómo podríamos, sin ella, producir
conocimiento, para conocer nuestro
valor y gozar sus propiedades?
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