(Wilmar Bordenave)
Otro endecasílabo que fracasa.
Mejor es prescindir de la medida:
Los lectores no andan contando
sílabas.
No midas tus palabras,
mide más bien la orina del conejo,
aconsejaba Álvaro Mutis.
Abono las teorías peregrinas
que sueltan los poetas. -y no cumplen-
mientras pienso en la orina del conejo
para librarme de toda medida.
El conejo nos conecta a la infancia,
no conozco demasiados conejos:
Sé que son blancos, blandos, suaves, tiernos
como Platero y que se comen, aunque tienen
ojos rojos.
Muchos los conocimos en la infancia
en unos dibujitos animados.
¿No es tu caso? A mi no me atraían,
tenían cierta carga de violencia,
casi todos, y muy poca poesía.
Hubiera preferido un conejo,
para jugar con él y no comerlo.
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