(Serafín Cuesta)
El conocimiento de la culpa
nos hizo humanos:
Antes de conocerla, éramos
una expresión imprecisa como
especie, un animal anómalo que
no acababa de diferenciarse.
Nuestra relaciones con otros animales,
tanto como con nuestros semejantes
estaban dominadas por la violencia,
que nos era natural y practicábamos
sin ninguna culpa, ni control.
Sin organizaciones que controlaran
la violencia primordial, se imponia
la ley del más fuerte, o ley de la selva,
donde nadie estaba a salvo.
Con la conquista de la conciencia
accedimos al conocimiento de la culpa,
sobre la cual nos organizamos, para
erigirnos sobre la condición animal,
desarrollar nuestras capacidades
naturales y adquiridas y diferenciarnos
definitivamente:
Dominados los instintos primarios y
controlada la emisión de violencia,
nada volvió a ser como antes.
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