(Antístenes Oquendo)
La música sacra saca
lo peor de mi.
Como crasa hojarasca
que redunda, que rebasa
y se desmadra para que
el viento la lleve a destino.
La música sacra saca lo peor
de mi, para que fluya y se
enajene esa maleza íntima.
Queda esta molicie,
sana y salva, eso es lo bueno:
Se desachancha el alma
y se eleva a lo ancho como
un horizonte sin fronteras,
que libera su música
de esfínteres laicos y profanos:
Es otra música, non sancta, que no
respeta ninguna armadura de clave
ni los pulsos heredados de otros.
No aspira a ser consagrada por los
cultos en vigencia, ni huele a sarcófago.
La música sacra saca lo peor de mi.
El alma, libre, lo celebra
con todos sus esfínteres y armónicos:
Emitido lo peor, sólo queda lo malo.
La música sana, aunque no toda.
La vida no sería la misma
sin nuestras emisiones sanadoras.
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