(Horacio Ruminal)
La risa crece
como un río enamorado cuando
las condiciones son propicias.
¿Qué propicia que ese caudal
de risa crezca, copioso, hasta el
desborde?
No hay indicios de que el emisor
lo sepa: No se piensa al reír, ni
al crecer, o al amar lo que se lleva
el río.
¿Adónde va la risa del idiota?
¿Qué parte de la risa se comparte?
¿Qué hay en común entre la risotada
anómala del loco y una risa sana
como ésta?
Un tonto no lo nota, y ríe sin morivo.
Como si la risa fuera un río sin tiempo
ni dueño, al alcance de todos.
No, no nos reímos de lo mismo
ni de la misma forma, aunque podemos
contagiar y ser contagiados de esa risa.
Una risa exitosa es siempre contagiosa
¿O el éxito está, por el contrario, en el
contagio?
Necesitamos del otro para que la risa se
libere y alcance su verdadera dimensión
creciendo como un río.
La libertad de reír, es una de las pocas
que aún sobrevive a la evolución. No
sabemos si habrá risa en el futuro, ni
cuáles serán las fuentes de contagio.
Hay risas que enamoran, y otras que
decepcionan. De qué te reís, no es una
pregunta de buen gusto: Nadie tiene
por qué saberlo, ya es bastante con
saber reír.
Reírse solo es un rasgo patológico: Yo
no me río, si no estoy seguro de estar solo.
Pero es peligroso: una vez me contagié la
risa, me tenté y no podía parar:
Crecía como un río enamorado
sin ningún motivo.
¿Acaso hay algún motivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario