(Ricardo Mansoler)
Cuánto alambique que no
se comunica, cuánto alambique
sin un que, un aunque o un tal vez.
No es común al arte
la comunión de penas,
alambicado o austero
no es común ni natural
como la pena sana.
El manco estira su muñón
y el pan se cae,
no hubo milagro. Todos los cuerpos
caen, sin pena ni gloria, se malogran.
Descaecen a medida que discurren
sobre las alcantarillas y las horas.
Hoy no está de moda hablar del tiempo,
el tiempo escasea por el desarrollo
de las comunicaciones.
El exceso de intercambio
nos hace más veloces
en la práctica del sexo virtual,
pero hay que acicalarse.
Cuánto alambique languidece
en soledad, por no poder compartir
la envidia.
El arte sana, aunque sea ajeno
al sujeto alambique y al sujeto
alambicable.
El arte sana, más no subsana
la falta al que comete.
Una pena, en su unidad,
no naufraga ni se ahoga
en tal o cual tisana.
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