(Tomás Mercante)
Cualquier artificio puede servir
a la hora de despuntar el vicio.
El vicio es el más humano
de los ejercicios, se sostiene.
Sólo hay que incorporarlo,
alimentarlo, obedecerlo
y mantener el eje, se repite.
El ejercicio de repetir
se automatiza, dando lugar
a la incorporación de nuevos
hábitos, que sosteniendo la
repetición llegarán a ser vicios.
La vocación de servicio
es exclusiva del animal humano.
A la hora de despuntar un vicio,
lo más seguro es verificar
la disposición de insumos,
conservar el eje y asumir
la aventura de la repetición,
apuntando a lo seguro.
Lo más seguro es apuntar
para abajo:
Las clases superiores lo saben, y
lo practican desde hace siglos
con renovado entusiasmo.
Nunca se envician.
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