(Senecio Loserman)
¿Sabemos lo que tenemos?
¿Tenemos más de lo que sabemos?
¿O menos?
No sé, no es posible saber todo
ni tenerlo. Sé que ignoro más
de lo que sé: Sería necio no reconocer.
Hojas tubulares, azuladas, ricas en
pruina; planta crasa originaria del sur
de África.
Entre las más antiguas de mis plantas,
que sobrevivieron a los años y mudanzas
está ésta.
Regalo de Miriam, que conociendo mi
predilección por estas especies, parientes
de los cactus, me trajo un hijo de esa
planta, que era su única compañía en la
pensión.
Yo le conseguí un trabajo; le duró poco:
Mucho menos que esta planta que todavía
conservo y reproduje muchas veces.
Tengo unas cuantas suculentas, y sabía
los nombres de todas, salvo ésta.
Hace años, vino Rubén, dueño de un
vivero cercano que se especializaba
en cactus y crasas (Yo solía pasar y
quedarme admirando la variedad de
sus ejemplares exóticos)
No recuerdo el motivo de su visita, pero
después de examinar mi colección, me
pidió un gajo de esta planta, poco común
al parecer, que yo tampoco había visto
antes de tenerla.
Ahora lo supe, por azar, como casi todo
lo que sé: su nombre es Senecio Ficoides.
Tengo un senecio. No sé cuanto mejoró
mi vida por saberlo, ignoro si es mejor
que lo sepa, pero ahora sé que lo tenía
y no sabía, aunque lo nombrara: lo hacía
como algo ajeno (aunque fuera mi nombre)
¿Sabemos lo que tenemos que saber?
¿Cómo saberlo, si ni siquiera sabemos
lo que tenemos?
Nada sabrá el senecio de estas líneas
que protagoniza sin saberlo.
Sería necio no reconocer.
Moraleja: Si se estima lo suficiente a alguien
para obsequiarle algo, es mejor una planta
que un trabajo.
(El senecio es de fácil cultivo,
no da ningún trabajo)
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