miércoles, 18 de mayo de 2022

Y tú me lo preguntas..?

 

(Asensio Escalante)

 

El poema siempre deja que desear.

Su parcialidad subjetiva no conoce

límites.


Puede versar sobre todo:

El mar, océanos ignotos, microorganismos

que pacen en el bosque, tritones, duendes

o núbiles doncellas etéreas como el éter.


Puede extenderse sobre el éter, sobre una mesa,

un cuerpo, un miembro, un rumor sin destino

o la proporción áurea.

Todo cabe, todo puede entrar y salir

por el poema con mayor o menor fortuna.


Siempre deja que desear; no impone nada ni

establece otra certeza que la de su propia y

efímera existencia.


A veces parece lograr la consistencia deseada,

pero siempre deja que desear.


Tiene sus etapas: la elaboración puede llevar

un tiempo, o brotar de una idea luminosa

o un eclipse, para elevarse y caer en el olvido.


No es difícil olvidar un poema:

casi todos lo consiguen sin mayor esfuerzo.


Por último, el poema puede olvidar que es

un poema, y volverse sobre sí como un objeto

punzante que penetra e interesa sus propios

órganos vitales, dejando expuesto ese vacío

pronunciado e incompleto.


El poema siempre deja que desear,

aunque contenga todo lo que hacía falta.

Siempre algo deja, afuera: algo que puede

volver bajo otra forma, en otro poema, del

lado de afuera.


El poema no sería deseable

si no dejara que desear.


Pero el poema puede olvidarlo todo,

hasta el propio deseo que lo emite

y preguntar:  qué es un poema.



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