martes, 24 de mayo de 2022

Una jugada decisiva

 

(Pascual Rambler)

 

Una buena acción individual

puede desequilibrar a la marca,

generando otras opciones para

los que llegan y abriendo el camino

para vulnerar defensas enemigas

y producir oportunidades.


El éxito de la gestión individual,

dependerá de los recursos naturales,

la técnica y la capacidad instalada

del que la emprende. Y la aptitud

para determinar la ocasión, el

momento preciso para engañar al

otro y superarlo, esto es:


La capacidad de decisión.


Una buena acción,

positiva y superadora, es siempre

tributaria de una buena decisión.


La suma de buenas decisiones

configura la relación armónica

de signo positivo, que hace crecer

el rendimiento del equipo y

asegura el éxito de la gestión.


El éxito individual, redunda en el

beneficio colectivo, generando nuevos

estímulos y oportunidades:


El éxito brinda confianza para asumir

desafíos cada vez mayores y fijarse

metas cada vez más altas.


El desarrollo de la propia capacidad

de decisión, es capital para que el

hombre determine: cuando es oportuno

refugiarse en lo colectivo y cuando

debe resolver por sí mismo, priorizando

al individuo y su potencial creativo.


Una decisión correcta, reduce y

minimiza los márgenes de error

no forzado.


Luego está el azar, lo imponderable

e imprevisible: la suerte, el destino

o Dios, según prefiera el suscriptor,

el compañero, el jugador…


Todos jugamos, aunque no sepamos.

Dios también.


Una buena acción individual

no distrae a Dios de su juego

de dados.



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