(Senecio Loserman)
Una ventaja intensa se aprecia
en la ventana: una buena decisión,
cambiar la ventana, hay que renovarse.
Puse en venta la ventana vieja
y adquirí ésta, más actual, funcional
y de última generación.
Aquella era pesada, vetusta, fatigosa
para maniobrar y daba sensación
de encierro. Los años le pesaban
y ni siquiera sabía ser hermética.
Una ventana anacrónica
puede ser un peligro. Aventé
las dudas y me decidí, estaba
en condiciones de solventar algo nuevo:
Renovarse es vivir, las células que somos
se renuevan todo el tiempo.
Ahora soplan nuevos vientos, que puedo
disfrutar a pleno desde mi ventana, con
cualquier clima.
Una ventana moderna, ágil, dinámica,
liviana y fácil de operar. Casi invisible.
Con todas las prestaciones para afrontar
los tiempos que corren: corrediza y
silenciosa, abierta al mundo,
autolimpiante como participio presente.
No necesito asomarme para observar
el paisaje renovable con todas sus opciones
y el paso de las generaciones
con la intensidad necesaria.
¿Qué más podría necesitar?
Fue una buena decisión el cambio.
A la otra ni la extraño, tal vez la malvendí,
pero ya estaba amortizada.
Renovarse, adaptarse a lo nuevo,
aclimatarse, eso es vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario