jueves, 12 de mayo de 2022

El sueño del neólogo

 

(Amílcar Ámbanos)


El taxidermo merodeaba

el sueño del neólogo,

agitando gerundios y miembros

como anticuerpo en celo.


(Era un neólogo neófito y nativo,

nadie nace sabiendo: pero cualquiera

puede hacerlo)


Un hormigueo recorría el alma

del fantasma, sin abandonarlo,

poseído como adjetivo posesivo

fuera de contexto.


(El taxidermo pertenece al orden

de los neófagos: devoran novedades)


Nada más triste que un fantasma

abandonado, pensó entre sueños

casi idénticos pero impares.


O sí, terció el taxidermo en trance,

leyendo el sueño afantasmado

y enrtorpeciendo el tráfico onírico:

(rico o no, o ni)


Más triste:

Un fantasma disecado y virgen,

reconocido en plena sesión

de sexo tántrico sin resolver.


(No es fácil la vida del neólogo

en estos tiempos, donde sólo se busca

la satisfacción inmediata, pensó el

taxidermo con un gesto triste,

ya obsoleto)


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