(Tomás Lovano)
Tus ejes no son tus ejes.
Ninguna consistencia desciende
de una ojeada a una hoja.
Lo esencial es invisible a los hijos.
No estás sola, ni solo, ni sole:
tu protoplasma te ama.
Planta tu eje en un lugar seguro.
No es necesario ir al campo
para plantar un ajo o sembrar
un eje.
Revisa tu conexión a tierra
y ejerce las funciones disponibles
según la configuración de tus deseos.
Es probable que sean otros:
No desestimes esta duda,
ni pidas un deseo a la hoja de inhojo:
Elige el ajo.
El ajo purifica al que lo elige,
es de fácil cultivo y tiene
propiedades antisépticas. No le
pidas más de lo que puede dar,
y acaso te de un brote.
Hay tantos ejes como esquejes,
no te quejes ni pidas: sé mi eje
al nuevo brote que promete.
Tus hijos no te esperan,
ni esperan que desciendas
para tomar los brotes que les dejas.
No te dejes estar, no te alejes
de tu eje en ejercicio,
cultiva lo justo para completar
la órbita del vicio.
No es necesario ir al campo santo
para pedir deseos o conectarse
con naturalezas muertas.
Aprovecha tus propìos excesos
para nutrir el suelo: Todos podemos
reciclarnos, compostarnos y apostar
a algo nuevo.
Todos los días podemos sembrar,
sin semillas ni esquejes ni abonos.
Planta tu eje en un lugar seguro:
Lo más seguro es la muerte.
El viento puede cambiar de eje,
y permanecer indivisible.
Pero todos los hijos son del
viento.
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