(Tomás Lovano)
El macho ofrece su parte trasera
a la hembra, obsequiándole un manjar
de azúcares y grasas que emite
su glándula tergal.
Mientras ella saborea la ofrenda,
aquel la engancha con un pene
mientras con otro envía su esperma.
Lo que antecede, no es un instructuvo
sobre las modalidades de la doble
penetración, ni un elogio a las ventajas
de tener dos penes.
Es la reproducción de una parte
de un artículo del New York Times
que ilustra sobre algo que, tal vez muchos
desconociéramos: El amor entre cucarachas.
II
El objeto de la descripción, es informar que
se han descubierto alteraciones en la conducta
sexual de la especie, como consecuencia de los
venenos utilizados por la nuestra:
Las hembras han comenzado a rechazar el
azúcar (glucosa), algo que no sólo las salva
de los venenos que les ofrecemos, sino que
obliga al macho a cambiar su estrategia para
la seducción.
III
No es para ilusionarse: Las cucarachas no han
dejado de reproducirse y todo parece indicar
que lo seguirán haciendo, incluso cuando ya
no estemos sus proveedores de veneno.
La selección natural está de su lado; no en vano
tienen una historia mucho más larga que la
nuestra y han sabido sobrevivir a todo.
Por otra parte, no sería una ilusión inteligente,
dado que las cucarachas cumplen una función
necesaria para el equilibrio biológico, y son
parte de la cadena alimentaria.
IV
No alimentemos ilusiones vanas.
Disfrutemos de nuestras cucarachas, suponiendo
que nos pertenecen (no cuesta mucho suponerlo:
no hay razón para discriminarlas, y sabemos que
todas las formas de vida conocidas hasta ahora
nos pertenecen)
Disfrutemos, por último, de esta lección
de vida que nos ofrecen estas criaturas tan
familiares, como un mensaje positivo:
Sí, el amor vence: No hay veneno
ni antídoto que pueda con él.
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