(Ricardo Mansoler)
El hombre se convence,
más tarde o más temprano
reconoce:
es bueno convencerse.
Estamos convencidos:
Hay que tener alguna convicción
-aunque sea ésta- y saber esperar.
Hay argumentos suficientes
más que convincentes, para cualquier
contribuyente, paciente o aspirante.
Sin una convicción firme y consistente
no hay mucho que esperar; conviene
convencerse.
II
La convicción es la mejor arma
para enfrentar y vencer al enemigo,
que tiene su propia convicción.
(Primero hay que saber identificarlo,
reconocerlo, o crearlo según convenga
a nuestras convicciones:
Las convicciones no se negocian. No
conviene negociar ni conversar con el
enemigo: podría convencernos)
III
Los vencimientos pasan, como las modas,
las tendencias y los autores de moda.
Los argumentos ensayados y esgrimidos
pueden ser superados por otros, más
consistentes.
Las consistencias pasan, como los deseos
y las vigencias que rigen los discursos
sin una fuerte convicción que los sostenga.
Los contratiempos pasan, los pasatiempos
pasan. Sólo las convicciones permanecen,
es lo único seguro: Estamos convencidos.
IV
Hay que poder reconocerse en alguna
convicción y desarrollarla hasta las
últimas consecuencias: Sólo hace falta
estar convencido.
Existen fundamentos aún más sólidos
y válidos que éstos, hay que convencerse:
Existen argumentos convincentes para todo,
hay que elegir y decidirse, en un sentido u
otro, y asumir la propia convicción.
V
¿Qué puede esperar un convicto?
Si algo espera o aspira, es a ser un
ex-convicto, sobrevivir a la condena
y saber sobreseerse, por pura convicción:
Todo pasa, se padece y se goza al pasar.
Las condiciones cambian con el tiempo:
Sólo la convicción se mantiene:
Quien posea alguna nunca estará
solo (aunque tenga esta convicción)
Sólo hay que convencerse,
el hombre se convence.
Estamos convencidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario