(Dudamel Rambler)
Qué cunda la abundancia,
dijo el pastor de cara al pasto
creciente.
(Si estos pastos conversaran…
pensó un cordero converso en
un suspiro onomatopéyico)
¡La tierra es pródiga en brotes
y promesas, hermanos!
Está creciendo ahora, hacia arriba,
hacia abajo, hacia ambos lados
del horizonte hay órganos creciendo
y organismos que no conocemos
(Tampoco ellos nos conocen, y
está bien: así lo quiso el Creador)
II
Debemos ser humildes
en la práctica de la prédica
y aceptar con humildad nuestro
destino superior:
Todo es susceptible de ser superado,
incluso nosotros, con nuestros
merecimientos dudosos.
Yo supe ser un desertor,
un disidente sin fronteras
que huía del mundanal ruido.
Desacatado y solo, sin querencia
ni pago, errante en las sombras,
cultivé la soledad avanzando en
unidad, hasta donde no llega ni
la propia sombra.
Desertor que predicaba en el desierto,
no me rendí: seguí mi vocación sin
perder la fe. Creí en mi propia
alegría interna, y vi la luz, fuente
de toda abundancia y sinrazón
(La luz no entra en razones, alumbra
por igual a probos y provectos, al
amigo y al enemigo. No, no hay nada
razonable a la luz de la luz)
III
¡Hermanos: Miremos hacia abajo,
aprendamos a mirar el pasto y
recojamos su enseñanza con profunda
humildad. No es pastura, ni pienso,
ni maleza; es algo más, es un ejemplo:
El pasto crece...
Lo cortamos, y vuelve a crecer…
Aún a sabiendas que lo volveremos
a hacer. No se resigna, persiste en
su humildad sin otra pretensión…
En la humildad yace la abundancia:
Quién nada desea, nada necesita.
La humildad del Señor es infinita.
(Si estos pastos conversaran…
Pensó el cordero reconvertido
en un suspiro)
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