martes, 14 de junio de 2022

ejercicios provisorios

 

(Amílcar Ámbanos)

 

Entre las ideas sub ejecutadas

que merodean mi mesa de trabajo

estaba ésta.


Dudaba ¿valía la pena desarrollar?

No, probablemente un ejercicio

inútil, un trabajo innecesario:


Llevo acumulados unos cuantos, pero

entiendo que acumular es un trabajo,

un ejercicio y también son sinónimos,

si se quiere.


Pero no, nadie quiere trabajar, al menos

entre los que comparten mi signo somos

pocos, y mucho menos sin una utilidad

que lo justifique.


Sí, la utilidad lo justifica todo; pero

producir utilidad es trabajoso, hay que

ser capaz y tener voluntad (ambas se

pueden desarrollar: una puede adquirirse

y la otra trabajarse, pero es un trabajo)


La inteligencia, obtenida luego de miles

de años de trabajo, permite ahorrar ciertos

trabajos, aprovechando la utilidad que

producen otros, e incluso reproduciéndola

con creces:


Es más fácil reproducir que producir.



II

Todos los ejercicios tienen una mecánica

reproductiva: se aprenden y se reproducen

en forma mecánica; todos descansan en la

repetición. Incluso éste.


(Reproducción y repetición, no son sinónimos,

en rigor, pero están muy cerca de serlo, si se

quiere: casi siempre lo son. Pero nadie quiere

el rigor, no queremos se hijos del rigor)


La ejecución perfecta de un ejercicio h

repetidas veces, redundará en saludables

beneficios para el cuerpo ejecutante h

(No sólo cuerpo: cuerpo, mente, alma y sus

respectivos órganos y prolongaciones)



III

Hace algún tiempo, había menos conciencia.

Se pensaba (el conocimiento acumulado, así

lo autorizaba) que había algunos órganos que

sobraban. Era común recurrir a la cirugía

para extirpar esas piezas, emisiones inútiles

que convenía suprimir para evitar problemas

a futuro.


Como tantos y tantas, fui operado de amígdalas

en la infancia. Luego se supo que estos órganos,

como casi todos, cumplían alguna función, y

se suspendió esta práctica.


No recuerdo casi nada, la anestesia hizo su

trabajo, cumplió su función.

Sólo una cosa: Al despertar, recibí como regalo

de mi padre una caja de herramientas; una

alegría: había valido la pena la operación, aunque

hubiera perdido aquella parte de mi cuerpo con

la que no tenía un vínculo tan estrecho como para

extrañarla.


No me quejo, no sería sensato reprochar algo así,

hecho con la mejor intención, y siguiendo los

dictados de la sensatez entonces reinante.



IV

Los ejercicios nunca son del todo inútiles,

podría repetir mecánicamente. Incluído el

ejercicio de la memoria, que sirve parta activar

conexiones neuronales.


Ejercicios provisorios, parece un pleonasmo

si se quiere: Todos lo son, es la condición

que los define; duran un tiempo acotado, que

cada quien establece según su necesidad o

deseo.


No es posible pasar la vida con un mismo

ejercicio: ésto nos impediría atender otras

necesidades.


Además, sería tan trabajoso como inútil.

Hay que fijar límites. Interrumpir, y luego

repetir la operación siguiendo un orden,

una mecánica.


Retomando la operación, no hay que descartar

que existan órganos dudosos, acaso descartables.

Órganos que quizá no sobren, pero que parecen

estar ociosos casi siempre. No voy a entrar en

detalles ni a hacer nombres:


Éstos son mis límites. No voy a desarrollar

la idea, un ejercicio inútil. Hay mucho por

ejecutar y subejecutar.


El ejercicio de la vida

es una cuestión de límites.


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