(Horacio Ruminal)
En el principio fue
una mancha blanca,
algo tan ambiguo
como sospechoso:
las manchas
verdaderas son obscuras,
mientras que el
blanco, símbolo de pureza,
sólo podría
manchar algo ya manchado
(o maculado, para no
evolucionar en la
repetición de esa
voz que tanto significa)
Cabe agregar (¿qué
le hace una mancha más
a la evolución?)
que toda mancha es, ante
todo, un
significante, como también lo inverso.
Toda mancha es
única, aunque se trate de
una mancha genérica.
Posee rasgos y
características
propias que la diferencian
de otras, (como los
significantes) lo que
explica la
existencia de los concursos de
manchas: Si fueran
todas iguales, no tendría
sentido la
competencia.
II
Volviendo al blanco
original, de la mancha de
referencia, no sólo
era una mancha blanca,
sino que además,
crecía: un signo vital bien
valorado en general,
pero altamente sospechoso
para una mancha
cualesquiera dada.
No era una mancha
mas, se iba expandiendo
de un modo casi
imperceptible pero minucioso
y continuo, así como este texto.
La dinámica de las
manchas es rica y diversa:
Algunas se expanden
a una velocidad y luego
merman, hasta
alcanzar su forma definitiva o
máxima expresión.
Las hay que crecen y
decrecen o se apagan,
hasta que nos
olvidamos de ellas y quedan
ahí, con su
expresión vacilante, como parte
del paisaje
familiar.
Con el tiempo, uno
se acostumbra a su presencia
inocua y convive con
ella, incorporándola a la
vida cotidiana,
hasta olvidar que alguna vez fue
una mancha
incipiente, amenazante e invasora.
Es natural adaptarse
y naturalizar todo.
Hay manchas que sólo
permanecen en la
memoria.
III
Las manchas, no son
algo de lo que se pueda
prescindir, están
en todas partes aunque no las
podamos ver y
registrar a todas, y su vida útil
es variada: Depende de la procedencia y las
condiciones del
entorno en que se desarrolla,
como cualquier sujeto.
Hay vidas que se
perciben como una mancha
para la
familia. Pero ninguna es única, cada
unidad familiar cultiva
sus propias manchas y no
las hay inmaculadas,
con excepción de la
Sagrada Familia y el
Espíritu Santo, que no
sabemos si es parte
de la Familia o sólo una
mancha incolora.
La dinámica de las
manchas, es también un
significante:
Cuando deja de expandirse y
conoce el estado de
reposo, significa que llegó
a su techo como
mancha.
Si en nuestro techo,
vemos que la mancha de
humedad detuvo su
crecimiento, significa que
el vecino de arriba
arregló el caño, o al menos
dejó de hacer lo
que hizo aparecer la mancha
(Son muchas las
actividades humanas capaces
de generar manchas,
omitiremos enumerarlas)
Por lo común, todos
los vecinos suelen hacer
ese tipo de cosas:
Conviene no tener ninguno
arriba, ni al
costado, o incluso abajo, en fin,
es un problema
generado por la propiedad
horizontal (Tampoco
sirve elegir el último
piso, donde las
filtraciones son recurrentes)
En realidad, el
problema no son las manchas
de humedad, que uno
termina aceptando como
algo natural e
inevitable: Los vecinos, suelen
emitir cosas peores.
Mejor no hablar de
los vecinos, que también
tendrán sus
problemas y sus manchas, y seguir
con la mancha que
nos ocupa.
IV
Para ser justo, o al
menos sensato, habría que
ser más
contemplativo con las manchas.
La historia de la
mancha nos remite a la infancia
¿Quién no ha
jugado a la mancha venenosa, o a
alguna otra? Hay venenos que no manchan pero
¿Quién no se ha manchado?
Luego ¿Quién no
compró un quitamanchas?
Entre tantas cosas,
le debemos el desarrollo de
esa industria
necesaria, así como algunas
memorables
expresiones de la cultura popular:
“la pelota no se
mancha” (Reza la metáfora divina,
que como toda
metáfora, es falsa: cualquiera que
haya jugado en un
potrero o un baldío, sabe que sí se
mancha, en el barro
o al caer en una zanja, etc.)
Gracias a la
industria, conocemos a la famosa mancha
rebelde, un enemigo
común al que todos combatimos:
La rebeldía, en sí
misma, no goza de buena prensa, y
agregada a la
condición negativa de la mancha,
componen una
presencia desagradable, que hay que
rechazar de plano y
erradicar por cualquier medio
para que no cunda el
mal ejemplo.
Por fortuna, gracias
a la evolución alcanzada,
disponemos de
quitamanchas efectivos de última
generación, y todo
indica que seguirán evolucionando
a la par de nuestras
manchas.
Como ésta, que
empezó como una simple mancha
blanca y evolucionó
en esta relación amorfa de
manchas que
deambulan e interactúan, sin mayor
sentido de unidad,
entre tantas palabras que manchan
el papel, que era
blanco como la mancha original.
V
Todas las manchas
son originales, todas tienen su
origen (aunque lo
desconozcamos) y no hay manchas
apócrifas.
No hay dos
idénticas, aunque hay manchas que
constituyen un rasgo
identitario, como ciertos lunares
y otras.
Las manchas en la
piel del rostro y en el dorso de las
manos, también son
un significante: revelan el tiempo
acumulado en un
cuerpo. Hay quienes recurren al
dermatólogo para
suprimirlas, con resultados aceptables;
otros las aceptan
con mayor o menor resignación,
entendiendo que el
paso del tiempo es inexorable y es
vano ofrecer
resistencia.
Algunos no confían
demasiado en la ciencia, y optan
por recurrir a la
sabiduría ancestral: “Tenía una mancha
indeseable e
inocultalble, probé de todo, y nada. Pero
al final pude
deshacerme: Ví a un Chamán y chau
mancha”
La dinámica de las
manchas, fue lo que originó el
presente desvío,
pero esa dinámica es parte de la
historia: Nuestra
Historia es un buen ejemplo
de como el tiempo va
degradando distintas manchas
para que olvidemos
todo, y podamos vivir sin esa
carga negativa.
Nadie es culpable de lo que ocurrió
en el pasado, no
estábamos ahí y no podemos hacer
nada para cambiarlo.
VI
Damos vuelta la
página, y nos ocupamos del presente:
esta mancha blanca
que destiñe…
Volviendo a mi
mancha de inicio,
esta mancha blanca y
creciente
apareció como un
rasgo incipiente
en el plumaje de un
zorzal, que vive
en mi jardín y
suele visitarme, junto
a otros.
Al principio, supuse
que podía haberse salpicado
con pintura blanca,
que habíamos usado hacía poco.
Después, vi que la
mancha se iba extendiendo
y descarté que
fuera pintura.
Por último, sólo
conservaba algún color
en la cabeza, hasta
quedar completa y
definitivamente
blanco.
Temí que fuera
rechazado por sus pares
y reaccionaran con
la violencia
que suelen emplear
en otros casos
que me tocó
observar. Pero no, por suerte
nada cambió (no sé
si es porque aceptan la
diferencia, o sólo que
no la perciben)
Ahora sé que se
llama leucismo,
un fenómeno raro
que afecta a algunos
individuos entre las
aves.
Mi amigo alado luce
como el
Espíritu Santo, Ave
purísima
si las hay.
La duda existencial y metafísica
sobre la imagen de
esta
emanación divina:
¿Inmaculado, o pura
mancha?