(Ricardo Mansoler)
Con el tiempo
uno se vuelve más consuetudinario
con las palabras, el lenguaje
se adapta a los tiempos.
El tiempo no tiene ningún lenguaje,
aunque es lo que permite hablar del
paisaje y conferirle un ritmo, para
poder hablar con el paisaje.
En cambio, los tiempos precipitan
en sucesivas divisiones, como la
palabra sílaba (con las mismas sílabas
se arman distintos paisajes)
Se pasa de las palabras a los hechos
y de los hechos a las palabras
sin que el paisaje se altere
ni se le mueva una sílaba.
No pasa nada, para el sujeto
consuetudinario.
No pasa nada, el tiempo corrobora.
El movimiento de una sílaba
sólo puede afectar al ritmo
en que vacilan las palabras,
el paisaje no se detiene.
No pasa nada, sólo el tiempo, sin
lenguaje ni aspiración semántica,
conteniendo todos los ritmos
y todos los homófonos humanos
así como el canto de los pájaros
que alguna vez dominaron el mundo
(Tal vez su canto contenga esa
memoria, que excede nuestro tiempo
y su modesto lenguaje)
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