viernes, 22 de julio de 2022

La perfección es posible

 

(Walt Waitman)

 

Examina tus heces, sin prejuicios;

no las descuides, no las mires

de soslayo.


No soslayes esta observación,

tus heces tienen mucho que decirte,

y cuanto dicen es mucho más

esencial que este poema, que no es

poco, o sí: no importa mucho lo que es.


Para leerlas debieras conocer

su lenguaje: está hecho de formas,

colores, aromas y texturas, como

todos los lenguajes. El resto es

desarrollo, y no hay desarrollo

sin metabolismo.


Sin él, no habría poemas ni sujetos

emisores o receptores: nadie podría

leer el destino en las heces del poema,

ni metabolizar una coma, un apócope,

una antanáclasis.


Sin él, no habría intercambio de fluídos

ni comercio carnal, epitelial, espiritual,

ni internacional.


Nos relacionamos por el comercio:

Cualquier sujeto, dador o receptor

lo sabe.

El metabolismo, no es sólo una función

vital: es la base de toda economía sana.



II

El metabolismo es pura elaboración

en evolución, como el poema que

busca su forma.


Todo es forma, y las formas se transforman

con el intercambio: toda forma es un

significante.


No soslayes este poema de heces

sin haberlo metabolizado; aprovecha

su parte útil (hay muchas formas de

ser útil a otros metabolismos)


Observa esas formas que vacilan

después de haber cumplido su servicio

para luego incorporarse a un volumen

superior de aguas servidas.


Observa forma, consistencia, texturas,

tonalidades y detalles de terminación:


Ahí yace la historia evolutiva

de ese bolo que te hace ser sujeto,

aunque lo abandones con premura.


Después de su observación minuciosa,

podrás reanudar el ciclo evolutivo de

tu jornada, atesorando este conocimiento:


El estado de tu función metabólica,

función primordial de la que dependen

todas las otras.


Estas formas que ahora observas,

contienen millones de años de evolución:

expresan la filogénesis histórica de la

especie más desarrollada; la vanguardia

evolutiva de todo el Orden Natural, yace

ante tus ojos, en la materia de esos cuerpos

obscuros que te observan observarlos.


Sin ellas, no serías nada.

No las menosprecies, se gestaron en tu

cuerpo y hablan tu mismo idioma.



III

Tus heces no son tus heces,

aunque las hayas emitido

y sientas que es lo único

que te pertenece:


Son el testimonio y producto natural

de la energía que impulsa la vida

del planeta: un bolo en continua evolución.


Esa emisión nos hermana con todos

los sujetos metabólicos, desde los grandes

saurios, nuestros padres predadores, hasta

la última bacteria que progresa en tu hez.


Es lo que ves, éste no es un poema

existencial, ni confesional: es más bien

bucólico, funcional y metabólico (puede

contener materia residual de otras emisiones

anteriores)


Tus heces no son tus heces.

Puede que sean emanación divina, o semi

(se sabe poco de la fisiología divina)

pero todos los seres vivos tributamos

a esta maravilla y compartimos la

cadena trófica, ésto es la vida:


Transformar la vida de otros seres vivos

en energía útil y excremento.


Algunos entienden que algo tan perfecto

sólo pudo ser creado por una Voluntad Divina.


Debemos ser conscientes, y abonar algún

tributo a la Divinidad o al Orden Natural

que nos emite y todo lo recicla para que la

vida se extienda y siga floreciendo.


Aunque nuestras heces no sirvan

como abono.


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